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Refutación a “El derecho a tener derechos”

Refutación a “El derecho de tener derechos”

Este es una réplica a El derecho a tener derechos, de Juan Pablo Albán, reconocido abogado de la capital, con ocasión de la polémica surgida por la marcha en favor de la familia; marcha atacada implacablemente desde la progresía.

Cargué un poco las tintas en la versión original, así que ofrecí disculpas al Dr. Albán. Las ideas deben ser criticadas sin por ello volverse uno un plomazo.

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Ud. caracteriza la posición de quienes organizan la marcha como negar «los derechos de otros ... porque nos resistimos a aceptar que el otro tenga derechos, negamos que sea nuestro igual y su pertenencia a la familia humana, es decir, lo discriminamos».

Oponerse a una ideología no es negarle condición de “ser humano” a otros.

Ud. afirma que los organizadores de la marcha «exigen de manera intransigente el sometimiento a una doctrina o práctica establecida».

¿En serio afirma que los organizadores quieren que “ateos y todos se sometan al dogma cristiano”? La marcha es en contra de la ideología de género, no “para exigir de manera intransigente que todos se sometan a las creencias de unos cuantos”.

En Twitter todos se burlan de todos, hasta de sí mismos; pero un solo tuit del ciudadano Piechestein para Ud. equivale a «publicaciones del sacerdote César Piechestein en Twitter haciendo burla de una persona disfrazada».

Ud. añade: «Sus planteamientos no están llenos de fervor religioso y valores, están llenos de odio y miedo a quienes consideran diferentes o más bien inferiores».

Hubiera sido bueno que Ud. aporte alguna evidencia de una acusación tan grave, ¿no cree? Una viñeta de mal gusto que pretende ser cómica no es suficiente.

Para erradicar la violencia contra las mujeres —objetivo loable al que nadie se opondrá— Ud. recuerda que el proyecto de ley «plantea la necesidad, como mecanismo de prevención de la violencia basada en el género, de incorporar el enfoque de género en los procesos educativos».

Por supuesto que como propuesta de política pública, está sujeta a las críticas de los ciudadanos, ¿verdad?

El “enfoque de género” no es sino una versión edulcorada, y por ello más insidiosa, de la ideología de género de raigambre marxista.

Uno puede oponerse a que se incorporen políticas públicas imbuidas de esas ideas sin ser un fanático religioso conservador odiador discriminador totalitario, ¿o no?

Uno puede oponerse a políticas imbuidas de enfoque de género sin abogar por la violencia contra la mujer o contra nadie.

El discurso de la igualdad siempre ha sido un ariete de la izquierda. Suena bonito y quien ose discutirles, automáticamente parecerá que defiende desigualdad/discriminación/violencia etc. Un nazi. “Literalmente Hitler”.

«Satanizar la inclusión del enfoque o perspectiva de género en la malla curricular de los programas de educación formal e informal como medida de prevención de la violencia contra las mujeres, niñas y adolescentes es PERVERSO», exclama Ud.

¿No le parece autoritario oponerse la discusión de políticas públicas por parte de los ciudadanos? ¿Es que acaso TODOS hemos de apoyar las ideas de origen marxista? ¿No es eso totalitario?

«La violencia contra las mujeres, niñas y adolescentes tiene su raíz en la discriminación basada en el género, en las normas sociales y los estereotipos de género que son vistos como normales y en consecuencia la perpetúan», dice Ud.

¿Esa afirmación suya es “dogma de fe”, o está sujeta a discusión? ¿Podemos los ciudadanos oponernos a políticas públicas que den por sentado ideas que deberían discutirse?

«¿Quién en su sano juicio puede oponerse a que las mujeres no estén subordinadas a los hombres?», se pregunta retóricamente.

Volvemos a la misma falacia de falso dilema: “si te opones al enfoque de género, es porque defiendes el machismo y la discriminación de las mujeres”. ¿En serio cree Ud. que oponerse a los medios implica oponerse a los fines?

Ud. termina enumerando una serie de problemas sociales y suponiendo que “si no marchas en contra de esos problemas, es porque veladamente los apoyas”, y “¿cómo se atreven a marchar contra el enfoque/ideología de género, habiendo otros problemas más acuciantes?”.

Cuenta Ud. que su hija «quedó asombrada, pero sobre todo indignada cuando su madre y yo le explicamos que la protesta es por la inclusión de la perspectiva de género en una ley para erradicar la violencia contra las mujeres en nuestro país, una medida cuyo propósito es protegerla a ella y a las mujeres de su generación y de las venideras, de un fenómeno detestable y tan naturalizado en nuestra sociedad machista: La consideración de la mujer como ciudadana de segunda, como objeto no sujeto, sin derecho a tener derechos».

Quedaría en el lector la idea de que Curas y conservadores perversos desean ejercer violencia impunemente contra su hija, ya que la consideran como un simple objeto, sin derechos. Evidentemente eso es un “hombre de paja”.

Valga recordar que impugnar la ideología/enfoque de género, no significa apoyar la violencia, desigualdad, discriminación.

«Quiero que mi hija no sea insultada o golpeada por su enamorado/a, esposo/a; que no sea violada o asesinada por un sujeto que nunca aprendió en la escuela a no discriminar; que no sea subyugada a cumplir solo el rol de madre y cocinera en casa a menos que ella lo quiera y decida; que no tenga reparos en plantarle la cara a cualquiera que ose decirle que no tiene derecho a una vida libre de violencia por el simple hecho de ser mujer o lesbiana o lo que quiera ser», expresa Ud.

Si lo expresáramos de esta manera: “El cura Piechestein y la iglesia y los conservadores desean golpear, insultar, asesinar, subyugar a mi hija y demás mujeres; ellos piensan que el único rol válido para mi hija es de madre y cocinera”, sonaría ridículo.

Por lo tanto, carece de sentido molestarse en refutar una posición indefendible que nadie tiene.

Dirá Ud., como en sus réplicas a comentarios que su artículo recibió: «no he dicho que la marcha sea contra la protección de las mujeres y las niñas», «Nunca dije que la marcha es contra la protección de las mujeres».

Mas puede uno preguntarse quiénes son los «llenos de odio», los que, en palabras suyas, «discriminan» y «niegan que mujeres y niñas tengan derechos», quienes «favorece que las mujeres estén subordinadas a los hombres», los que «exigen de manera intransigente el sometimiento a una doctrina o práctica establecida».

Tal vez, en el fragor de la apasionada redacción, se dedicó a refutar un “hombre de paja”.

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Ahora el objetivo ha de ser analizar el famoso proyecto de ley contra la violencia de género; para luego “deconstruir” (utilizando la terminología progre y posmo) el enfoque de género.