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El salario mínimo nos mantiene pobres

El salario mínimo nos mantiene en la pobreza y subdesarrollo

★★★ tl;dr ★★★

Es inteligente replantearse la conveniencia de ideas “sagradas” que logran resultados opuestos a los deseados.

El salario mínimo no logra ninguno de los fines que se propone.

Dificulta el trabajo de las empresas, dificulta a los pobres crecer económicamente.

El aporte neto a la sociedad de la idea de “salario mínimo” es bastante negativo.

Debe ser abandonada.

★★★


El Universal

En nuestro país, hay dos grandes obstáculos para salir de la pobreza: 1) el estado, que se apropia de alrededor de la mitad de la productividad, de lo cual ya hemos hablado; y 2) un salario mínimo fijado muy por encima de la productividad.

El salario básico mensual está fijado para 2019 en $394. Mas un emprendedor deberá presupuestar alrededor de $555 mensuales, al incluir los beneficios sociales. De entrada, el salario mínimo cuesta el empleador bastante más que lo que se piensa, tomando en cuenta que el ingreso promedio del trabajador ecuatoriano, excluida la burocracia, es de tan sólo ~$260 al mes.

En nuestro país, sólo el 38% de trabajadores recibe el básico, o más (en EE.UU. es el 97%, por ejemplo). He ahí un indicio de que el salario básico está fijado muy por encima de la productividad.

(Si el estado no se llevara la mitad de lo producido, ahí sí el salario básico estaría muy cercano al PIB per cápita. En ese caso, esta argumentación no sería necesaria)


El Colombiano

Es posible producir pagando menos del mínimo vital. Pero ha de ser de cierta manera una producción clandestina, que no debe atraer la atención de las autoridades; de lo contrario el emprendedor se expone a inspecciones, multas, clausuras, juicios. Así que la producción deberá ser sólo a pequeña escala, con pocos activos fijos (empresas fly-by-night).

Para poder beneficiarnos de las economías de escala e inversión en bienes de capital, sin temor a represalias del poder, es necesario producir legalmente, ciñéndonos a las reglas del país. Esto implica pagar salarios mucho más altos que la productividad promedio.

Entonces, tenemos la nefasta situación actual: 1) los trabajadores menos productivos están excluidos del trabajo formal. 2) A los trabajadores menos productivos se les impide acceder a empleos más productivos donde podrían beneficiarse de economías de escala, más capital invertido en activos fijos, tecnología, entrenamiento, posibilidades de ascenso, etc., condenándolos a permanecer en bajos ingresos. 3) Los bienes producidos legal y formalmente en el país tienen un “premium” en el precio, que refleja los mayores costos laborales.

Así que sólo se producirán a precio natural los bienes y servicios de gama alta (donde la productividad de un personal altamente calificado y productivo justifica su nivel de ingresos), o la producción artificialmente encarecida deberá “protegerse” de la competencia extranjera, a través de aranceles, cuotas y permisos de importación, “normas de calidad” destinadas a dificultar ingreso de mercadería, etc.

Eso lo vemos constantemente en nuestro país —que siempre ha sido un país cerrado al mundo— y representa un doble golpe a los pobres: primero, como vimos arriba los priva de acceder a los mejores empleos, los formales, aquellos que podrían ayudarles a salir de la pobreza, y los condena a la informalidad; y segundo, les encarece todos los productos “legales”, que llevan ese costo “premium” artificial de un salario básico más inflado que el mercado.

Así, si quieren comprar una cerveza, les costará más de un dólar, mientras que en Colombia vale algo así como 60¢; zapatos, ropa, etc., todo tendrán que pagarlo más caro.

Los únicos productos que se hallarán baratos son aquellos que se producen informalmente, muchas veces en unidades de producción familiares, donde el gobierno tiene poco incentivo para meterse a aplicar la ley; básicamente productos agrícolas, manufacturas de gama baja, etc.

Sólo encontrarán cosas baratas en el contrabando (y tampoco tan baratas como podrían ser, pues deben incluir en el precio el riesgo de periódicas confiscaciones). Asimismo habrá poca variedad de productos disponible.

El salario mínimo vuelve ilegales los acuerdos voluntarios y mutuamente beneficiosos a los que podrían llegar trabajadores y empleadores; obliga a hacer esos acuerdos en la ilegalidad, en la clandestinidad, impidiendo ventilarlos en las cortes; convierte en casi criminales a quienes ofrecen empleo que no sea óptimo, con lo cual se disuade la creación de más empleo, se dificulta a los descamisados encontrar empleo rápido para abandonar el desempleo y postración, y se elimina el incentivo de subir sueldos orgánicamente para contratar mejores trabajadores.

Una sociedad que obliga a los acuerdos privados a caminar al borde de la ilegalidad y la violencia estatal; una sociedad que rápidamente está dispuesta a dejar de lado la libre discusión de ideas por zanjar las cuestiones con violencia estatal, desincentiva el uso de la inteligencia; intentará resolver los problemas a medias con soluciones menos óptimas, obteniendo pobres resultados; no se desarrollará como pudiera.

Asimismo incentiva a las empresas formales —que por culpa de sueldos artificialmente altos funcionan más cerca de la línea de pérdida— a hacer lobby para dificultar la competencia extranjera, y lograr otro tipo de privilegios estatales a cambio de pagar sueldos artificialmente altos.

Lo vemos en estos días; v. Apoyo a producción local pide el sector audiovisual de Ecuador, en diario El Universo. Erróneamente atribuyen al dólar lo que es un problema de salarios artificialmente elevados, que elevan costos de producción.


Podemos ver el asunto desde otro punto de vista para entender cuán absurdo es fijar un salario mínimo.

Imaginemos si el estado dijera a un emprendedor: tu neogcio debe producir por lo menos $10.000 mensuales de utilidad, si no, debe cerrar. Sería absurdo.

Hay médicos que atienden al pueblo, cobrando barato, $10, $20 por consulta. Imaginemos si el estado les dijera: cada consulta debe costar mínimo $200, ni un centavo menos. ¡Absurdo! Eso no beneficiaría ni a los pacientes, ni al médico, ¡ni al estado, que no cobrará IVA en consultas que no existirán!

Pues eso mismo es el salario mínimo.

El estado dice a los más pobres: o generas más de $700 al mes (en Ecuador) para tu empleador en tu primer año, o le prohíbo contratarte.

(Contratar un trabajador con sueldo mínimo en el primer año cuesta ~$630 todo incluido y mensualizado; ha de producir por lo menos 10% más que eso para que valga la pena contratarlo; nadie contratará a pérdida, a menos que sea un familiar)

¡Absurdo! Eso no beneficia a un trabajador de poca productividad, ni a emprendedores precarios en áreas marginales y empobrecidas que necesitan su ayuda, y podrían darle empleo, y así ayudarse mutuamente a progresar.

Aumentar la productividad toma tiempo: para capacitarse, para ganar experiencia, para darse a conocer... Para aumentar las ventas, para acumular capital y comprar bienes de capital y poder así aumentar la productividad de los trabajadores... Cosas que no ocurren mágicamente porque la ley lo ordene.

Pero así es la ley: absurda.

De hecho... No es tanto absurda, sino perversa: la ley de salario mínimo la crearon Demócratas racistas en EE.UU. precisamente para perjudicar a los negros, para excluirlos del mercado laboral. V. fee.org y mises.org.

No entiendo cómo gente que dice “defender derechos” defienda una ley tan absurda, excluyente y que discrimina precisamente a los más vulnerables: gente que necesita trabajar para comer.


En resumen:

★★★

Es inteligente replantearse la conveniencia de ideas “sagradas” que logran resultados opuestos a los deseados.

El salario mínimo no logra ninguno de los fines que se propone.

Dificulta el trabajo de las empresas, dificulta a los pobres crecer económicamente.

El aporte neto a la sociedad de la idea de “salario mínimo” es bastante negativo.

Debe ser abandonada.

★★★

Lecturas adicionales

Basta hacer una búsqueda de “salario mínimo” en los sitios de mises.org.es o ElCato.org (los links llevan la búsqueda incluida) y encontrará cientos de artículos que analizan este tema desde todos los ángulos, siempre desde una perspectiva liberal.

Más ejemplos de los resultados perniciosos del salario mínimo se leen en este artículo: The False Promise of the Minimum Wage Hike, por American Thinker

¡Basta de propugnar ideas contraproducentes!


Indy Star

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The Federalist Papers