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El poder corrompe, Y atrae a los peores

El poder corrompe, y atrae a los peores

La primera entrada en esta serie es: El gobierno de los peores, esa terrible maldición.

chavez

Traducido de _Power Corrupts AND Attracts the Corruptible, de David Henderson.

Un amigo en Facebook recientemente citó a Frank Herbert. No lo había escuchado antes:

Todos los gobiernos sufren un problema recurrente: el poder atrae personalidades patológicas. No es que el poder corrompa, sino que es un imán para los psicópatas. Tales personas tienen una tendencia a emborracharse de violencia, una condición a la que rápidamente se vuelven adictos.

Creo que el poder no sólo atrae a los enfermos mentales, sino que también corrompe a los “sanos”; ambas “propiedades” del poder no son mutuamente excluyentes. Pero Herbert tiene razón.

Friedrich Hayek presenta un argumento similar en el capítulo Por qué los peores ascienden en el gobierno, en su libro Camino a la servidumbre. Hayek cita a Frank Knight. Hayek escribe:

Ni la Gestapo ni la administración de un campo de concentración, ni el Ministerio de Propaganda, ni la S.S. (o sus equivalentes italianos o rusos), son lugares adecuados para el ejercicio de sentimientos humanitarios. Mas es a través de cargos como estos que se asciende a posiciones más altas en un estado totalitario.

Es tan cierto, que un distinguido economista estadounidense concluye, luego de analizar las desagradables tareas que debe realizar un estado colectivista: “tendrían que hacer estas cosas, quieran o no. La probabilidad de que las personas que están en el poder sean individuos que les DESAGRADE tener el poder y ejercerlo, es mínima; es como que una persona extremadamente tierna obtuviera el trabajo de capataz de esclavos, látigo y todo”.

A veces he oído a los economistas de la “teoría de la elección pública” decir, justificando el uso de un modelo de interés propio para explicar el comportamiento de políticos y burócratas: “son como todos nosotros”. No, no lo son; no en promedio. Son peores.