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Coronavirus

Coronavirus

Como la memoria es frágil, copio aquí las enseñanzas que he sacado de estos meses de locura.


1. El estado NO es herramienta eficiente para garantizar salud. El estado, monopolio de violencia, sólo es útil ante una amenaza externa o ante la delincuencia (y frecuentemente ni eso). No es herramienta útil para proporcionar salud; ¿qué puede hacer el monopolio de violencia en eso? Es como pretender pintar una acuarela con un garrote: no es la herramienta adecuada.

Así que depositamos nuestras expectativas en alguien que no podía satisfacerlas, por más que quisiera, o se esforzara.

2. Políticos y burócratas partían de la misma ignorancia que nosotros. La opinión de los expertos tiene peso en temas en los que son... expertos, ¿pero ante un nuevo virus del que poco se conocía?

Hay más virus que estrellas en el universo, ¿cómo pretender conocer cómo opera este particular virus? Y constantemente mutan y surgen nuevas cepas.

Exigíamos a políticos y burócratas “que hagan algo”, pero ellos partían de la misma ignorancia que nosotros; les pedimos un imposible, hicieron lo único que saben hacer: mandar, prohibir, permitir...

3. Los medios causaron pánico. “If it bleeds, it leads,” es el lema de los medios; desesperados por el clic y las visitas, medran mientras más alharaca y pánico hay. No es de asombrarse que encuestas les asignen la peor evaluación de desempeño en esta crisis, luego de nosotros mismos (?) [V.].

4. El virus es menos letal que lo que se suponía. Suelen mencionarse tasas de más del 5%, pero lógicamente si se hacen pocas pruebas —digamos, sólo a personas que llegan con síntomas graves al hospital— lógicamente saldrá una altísima mortalidad, pues la muestra no es representativa de todas las infecciones; si se hacen pruebas masivamente, se verá que mucha gente parece haber sido contagiada del virus, sin presentar síntomas.

El CDC de EEUU establece la mortalidad en tan sólo 0,26% de infecciones [V,] tomando en cuenta que ⅓ de casos son asintomáticos; así, sería una mortalidad de poco más del doble de la gripe estacional, pese a que al momento de escribir estas líneas (fines de mayo) las muertes mundiales de covid aún no superan el límite mayor de las de influenza, 650.000 al año, van por la mitad. [V.]

Además estudios de la universidad de Stanford predecían que mucha más gente había sido infectada que la que se creía [V.], hasta cincuenta veces más; de hecho era algo que se preveía desde el principio [V. 11 feb.].

ACTUALIZACIÓN A FINES DE SEPTIEMBRE: el CDC ha actualizado discretamente [V.] las cifras de letalidad (muertes respecto a cifra de infectados, no respecto a toda la población) y siendo un dato que podría calmar a la población, por supuesto los medios guardan silencio:

EdadProbabilidad de sobrevivir
0-19:99,997%
20-49:99,98%
50-69:99,5%
70+:94,6%

Como vemos, la tan mentada letalidad del 5% es sólo para los más ancianitos; para el resto de la población no es sino una gripezinha.

¡Ah! Y no olvidar que los que fallecen en promedio tenían 2 o más otras serias condiciones de salud, y algo así como el 70% estaba dentro de los límites de su esperanza de vida.

5. TODOS entendieron mal el modelo Imperial. Por alguna razón TODO EL MUNDO cree que la cuarentena era para no contagiarse; que permaneciendo encerrados lograrían “esquivar” la enfermedad.

Mas sin embargo el modelo del Imperial College no hablaba de eso; desde el principio [V. 24 feb.] se sabía que infección no iba a poder ser contenida; medidas tenían como fin no colapsar hospitales, pues se creía que las muertes iban a venir por la falta de atención de cuidados intensivos.

La gente cree que, en las pocas ocasiones que ha habido repuntes de casos luego de relajar cuarentena, “¿ven? ¡Demostrado que era necesario permanecer indefinidamente en cuarentena! ¡Quienes nos piden salir quieren matarnos!”.

Pero ignoran que el modelo preveía precisamente eso: que casos aumentarían apenas restricciones fueran relajadas, y que sería probablemente necesario volverlas a aplicar para no saturar hospitales [V.].

6. La “cuarentena” fue idea de una niña de 14 años. Esto es algo demasiado surrealista, pero cierto... La cuarentena, medicina medieval como las sangrías y las sanguijuelas, fueron sugerencia de una niña de 14 años que jugaba con simuladores y con su papá logró, casi como una broma, publicar sus “descubrimientos” en un paper..., que, como sabemos, publican frecuentemente cualquier cosa. Luego asesores mensos de Bush se la presentaron como la panacea científica, ignorando que la autora era una muchacha... gracias a Bush pasó al mainstream y hoy es poco menos que dogma. Lean la publicación de aier.org, no tiene desperdicio.

7. La cuarentena tuvo inmediatamente un prestigioso detractor, nada menos que el científico que colaboró para la erradicación de la viruela... Pero nada, su opinión pasó desapercibida, y se impuso la de la chica de 14 años... Esas paradojas que recuerdan la metáfora de Match Point (2005 de Woody Allen.

¿Qué opinaba Henderson sobre las cuarentenas? Leamos del paper que publicó al respecto: ««La experiencia demuestra que las comunidades que enfrentan una epidemia responden mejor mientras menos se perturbe el normal funcionamiento social».

¿Qué tenía que decir sobre el rol de los medios, que constantemente causaban pánico irracional en la población? ««Una epidemia manejable podría volverse una catástrofe», como en efecto ocurrió entre nosotros..., no por el virus, sino por nuestra irracional reacción.

¿Qué opina sobre la cuarentena quien logró erradicar del mundo la viruela? «No hay estudios científicos ni observaciones históricas que apoyen la idea del confinamiento de cuarentena de grupos de posibles infectados para detener el contagio del virus... La experiencia muestra que no hay base para recomendar la cuarentena a grupos o individuos. Los problemas que causa su implementación son formidables [la destrucción de la economía mundial, nada menos] y causará desconfianza en el gobierno y estigmatización de los contagiados»... ¡visionario el doctor Henderson!

¿Qué pensaba de cancelar eventos sociales? «Aparentemente esto parecería ser útil para reducir contactos entre las personas y mitigar los efectos de la epidemia ... Mas cancelar o aplazar grandes reuniones probablemente no tengan ningún efecto significativo en la epidemia».

¿Qué opinaba de cerrar fronteras y transporte internacional? «La experiencia indica que estas acciones no son efectivas y podrían tener serias consecuencias adversas, por lo que no se recomiendan».

Añadía Henderson sobre el confinamiento domiciliario: «incluso si una cuarentena domiciliaria fuera aceptada por la comunidad, las familias podrían no tener los recursos para permanecer en casa. Pocas empresas tienen las reservas necesarias para pagar prolongadas ausencias de sus empleados... La cuarentena domiciliaria trae a colación dilemas éticos: individuos saludables corren riesgo de contagiarse de sus familiares enfermos... Dicha política sería especialmente dura y peligrosa a la gente que vive en condiciones de hacinamiento, cuyo riesgo de contagio sería más elevado».

En serio, el paper original de Henderson no tiene desperdicio; sugiero su lectura directa [V.], citado en el excelente artículo Cómo una sociedad libre lidia con pandemias.

8. El “padre” de la cuarentena moderna era un farsante. Ya vimos que la “madre” de la cuarentena era una chica de 14 años sin preparación médica; pues el “padre” de la cuarentena venía de equivocarse olímpicamente en sus predicciones cuatro veces, y la última se equivocó setenta millones por ciento. En serio, cualquier exageración se queda corta frente a la realidad... [V.]

A Nial Ferguson se le debe la destrucción de la economía mundial, aumento de pobreza y hambre, incremento de muerte de niños por desnutrición, abuso de niños al permanecer encerrados con sus agresores, suicidios por pérdida de empleo, aumento de enfermedades mentales..., todas fruto de la cuarentena, que como vimos, no era necesaria, según quienes sabían de medicina.

En 2001, su "modelo" recomendó deshacerse de animales de granja que transmitirían enfermedad a niños. 6 millones de vacas, borregos y cerdos fueron sacrificados... No se produjo ninguna epidemia predicha.

Al año siguiente predijo que entre 50 y 50.000 personas morirían del "síndrome de las vacas locas", y que muertes llegarían hasta 150.000 si se infectaban los borregos. Una "predicción" que va de mil a uno no es ninguna predicción, ¿no creen? Murieron sólo 177 personas.

En 2005 sus "modelos matemáticos computarizados" "predecían" 200 millones de muertos por gripe aviar. Murieron 282 personas en el mundo... ¡Un “margen de error” de setenta millones por ciento!

En 2009, sus modelos matemáticos predijeron 65.000 muertes en Inglaterra por gripe porcina. Murieron 457 personas en Inglaterra.

Pues bien... Le creímos ciegamente a alguien que ya se había equivocado tantas veces... Y es peor aún...

9. El “modelo” de Ferguson daba resultados aleatorios. Científicos revisaron el código: se dieron cuenta que daba resultados distintos al correrlo varias veces, incluso si se le ingresaban los mismos datos... No sólo eso: el código se mantenía en reserva pese a los intentos de revisarlo y replicar sus resultados, e iba siendo modificado sucesivamente.. [V.]

La autora del informe sugiere que los autores de papers basados en ese código se retracten de ellos —demasiado tarde sin embargo— y, basada en el daño causado, propone una solución basada en el libre mercado, con stakeholders y skin in the game: «sugeriría que se le quite fondos a toda la epidemiología académica. Este tipo de trabajo debe hacerlo el sector de seguros. Las aseguradoras emplean modelos y actuarios, pero también emplean administradores cuyo trabajo es decidir si un modelo es lo suficientemente exacto como para ser usado en el mundo real; y también usa ingenieros especializados en software para asegurarse que el código sea probado, entendible, etc. Las instituciones académicas no tienen estos cargos, y los resultados hablan por sí mismos».

10. La cuarentena nos dio una dosis de socialismo. Seguro políticos y burócratas se frotaban las manos ansiosos por demostrarse a sí mismos que eran capaces de organizar redes de distribución económica eficientes. Si no fully automated luxury communism, por lo menos algo así como “manually supervised wartime economy.”

Lamentablemente, los resultados no son halagüeños: en todo el mundo se teme caídas devastadoras de PIB que recuerdan a la de la crisis del 2008. La cuarentena podría devolver la pobreza a niveles de hace 30 años [V.]. Son tres meses sin producción; tres meses de consumir el capital ahorrado con tanto esfuerzo; tres meses de no luchar contra la pobreza... ¡Cuán rápidamente volvemos a ella!

Y efectivamente quien ha hecho recular a políticos y burócratas ha sido la realidad: son incapaces de crear redes adecuadas de abastecimiento. La caída en la recaudación tributaria, que pone en riesgo sus ingresos, ha de ser lo único que los motiva a ceder en la cuarentena.

11. El virus quizá, ojalá, sea el canto de cisne del estado. Azuzados políticos y burócratas por un pueblo tan ignorante como ellos a “hacer algo”, ¿qué más iban a hacer, sino «mandar, prohibir y permitir», como rezaba el viejo código civil? “Si tu única herramienta es un martillo, todo problema te parecerá un clavo”. La vieja herramienta del monopolio de violencia es totalmente impertinente e inútil frente al virus, pero ¿cuándo políticos y burócratas se han dejado convencer con la razón?

Hemos visto un despliegue de “tecnocraticismo” inútil, como veremos en el siguiente punto; el problema es que tanto bullir («Dicho de una persona: Moverse, agitarse con viveza excesiva, no parar, no estarse quieta en ninguna parte») cuenta con la anuencia del pueblo ignorante... Quiere ver a las “autoridades haciendo algo”... Que sea inútil, o contraproducente como veremos más adelante, no disuade a los tontos con iniciativa.

Muchos temen un recrudecimiento de los distintos autoritarismos por la carta blanca que han recibido políticos y burócratas en una rápida renegociación al contrato social. Podría ser. Pero también se está viendo que el estado está desnudo: difícilmente puede cumplir sus promesas... Ante las protestas vimos que ni siquiera tiene monopolio de violencia. No pudo evitar desplome de condiciones de vida en cuarentena (idiota quien haya esperado otra cosa), no pudo evitar inmediato desborde de atención hospitalaria en tantos lugares, que era precisamente lo que se esperaba evitar con la cuarentena... La corrupción de políticos y burócratas ha sido obscena y desbocada precisamente en el contexto de la emergencia de salud... con recursos de la salud del pueblo... Dos, tres nuevos escándalos semanales que nos hunden en nuevas simas de decepción.

Así que si bien es cierto estamos viendo una enorme ampliación del ámbito delegado al estado, en realidad podría ser un canto de cisne, un “estado supernova” que pronto implosionará ante tanta decepción y fracaso, cediendo paso a más ámbito voluntario.

Por lo menos aquí en Ecuador ya está implosionando: no hay suficiente dinero para pagar sueldos de tanta burocracia desde el fin del boom petrolero a mediados de 2014, y la maldita cuarentena golpeó tanto al estado como a los ciudadanos. Por una vez en la vida tienen una cucharada de su propio chocolate. Ojalá esta crisis sirva para renegociar aún más el “contrato social”...

12. Ante torrente de información no verificada y contradictoria, lo prudente era... ser prudentes :v Como lo muestra bien este artículo de opinión de Farith Simon en diario El Comercio [V.], citando a Orwell: «Lo importante es mantener a la población en estado de continuo miedo, por lo que las noticias se contradicen de un día para otro, así se mantiene un estado de emergencia nacional interminable justificando cualquier abuso de las autoridades». Aquí el artículo original anónimo que circulaba en redes y recoge bastante bien el constante bombardeo de contradicciones al que fuimos sometidos: Estoy en shock con tatna información y no logro entender....

Yo me inclino por la “navaja de Hanlon”: «no atribuyas a malicia lo que puede explicarse adecuadamente por la estupidez». En un estado de miedo, estamos alertas a cualquier información nueva, con un sesgo bien documentado a favor de las malas noticias; los medios de comunicación contribuyeron particularmente a ello, cavando su propia tumba, como vimos antes.

Un montón de medios cuales aves carroñeras buscando las peores noticias; un grupo de burócratas ineptos temerosos por su seguridad laboral; masas ignorantes clamando “nadie hace nada; que alguien haga algo”... Caldo de cultivo perfecto para tomar pésimas decisiones.

Frente al torrente de información contradictoria, los doctores de Guayaquil —“zona cero” del virus en el país— respondieron de la mejor manera posible: enfrentar la enfermedad según sus conocimientos, logrando buenos resultados para los pacientes que confiaron en ellos, incluso probando tratamientos “no refrendados” por autoridades más preocupadas por cuidar su “puestito” que la salud de las masas [V.].

13. La conservación de la vida NO es la “ultima ratio”. Parecería que sí, como decía ese estúpido eslógan que repetían los estúpidos al principio de la cuarentena: “la economía se recupera, la vida no”. Sin vida, ¿qué queda?

Pero resulta que nadie piensa así, ni siquiera quienes más temen al virus. Se sabe que se podría eliminar los accidentes de tránsito —que matan cada año mucho más que el covid— reduciendo velocidad máxima a 20km/h, pero nadie está dispuesto a ello; estamos dispuestos a tolerar la muerte de los más descuidados al volante, con tal de poder desplazarnos eficazmente.

Se podría reducir las muertes por diabetes, infartos etc. elminando los “asesinos blancos” de la dieta: harina blanca, azúcar, arroz blanco (y aceites vegetales de granos, añado), que anualmente causan millones de muertes, pero nadie está dispuesto a ello; cambiar la dieta personal cuesta enormemente, no se diga la dieta de la sociedad; estamos dispuestos a morir antes, con tal de seguir comiendo delicioso y barato.

Del cigarrillo y el alcohol se ha dicho suficiente, y siguen habiendo fumadores y alcohólicos, y mueren mucho más que los que mata el virus, y no estamos dispuestos a evitarlo.

¡Los propios hospitales y doctores!, en cuyas manos ponemos nuestra vida y la de nuestros seres queridos, están entre las mayores causas de muerte... Los errores médicos se teme que sean la tercera causa de muerte [V.]; infecciones ocurridas en los hospitales matan más que el propio virus [V.], pero nadie está dispuesto a deshacerse ni de hospitales ni de “matasanos”, pese a que cada año causan más muertes que el covid.

¿Por qué entonces viene un virus que, hasta la fecha, tiene una menor mortalidad que la gripe, e irracional e impertinentemente le sacrificamos la economía por si se apiada y nos permite vivir?

No tiene ningún sentido, pero aquí estamos. La irracionalidad se apodera de nosotros de vez en cuando; es parte de ser humano, supongo.

14. El estado nos trató como la gallina de Stalin. Seguro pueden encontrar los “memes” en una búsqueda. Hay varias versiones; copio una cuya redacción [V.] me agradó:

Con el comunismo, vacas, caballos, perros, gatos, ratas, aves desaparecieron del paisaje urbano, incluso se cree que se llegó hasta el canibalismo.

Stalin día a día era informado de todo este caos.

La situación de Rusia ya había generado cierta inquietud entre sus cercanos, así que, llamó a sus leales para explicarles el porqué de sus medidas y qué buscaba con ellas.

La anécdota narra que a media reunión, mandó traer una gallina, la cargó amorosamente por toda la habitación, le habló bonito, exaltó sus virtudes y belleza, se la mostró y presumió a los asistentes y repentinamente cambió su actitud con ella y la tomó del cogote y la golpeó, la desplumó y la pateó hasta casi matarla, sin importarle por un segundo las muestras de dolor emitidas por el ave.

Un momento después sacó de su bolsillo unos pocos granos de maíz y se los fue aventando uno a uno a la gallina y para sorpresa de todos los presentes, la moribunda ave como pudo, desplumada y maltrecha lo persiguió por toda la habitación agradeciendo cada uno de los pocos granos de maíz que le daba el dictador, que finalmente la levantó y la abrazó y les dijo: Así se gobierna estúpidos, el pueblo es como la gallina.

Stalin explicó que exactamente así es el pueblo, hay que crearle problemas, llevarlo al límite, ponerlo de rodillas y después darles unos pocos granos, que sientan que tú eres el único que les puede salvar y te amarán, porque su memoria es corta, olvidan fácilmente como la gallina y sus necesidades son largas, nunca se acaban y siempre buscan un padre que les premie o les castigue, siempre desean tener a alguien al que le profesen más temor que amor, un Dios que castiga más de lo que bendice.

Eso, camaradas, ¡es el socialismo!, es así de simple, concluyó Stalin.

Siguiendo el principio de la navaja de Hanlon, dudo que haya sido la intención consciente de nuestros gobernantes, no son tan psicópatas sino ineptos (pero de que los hay perversos, los hay); pero como diría McLuhan, sus “intenciones íntimas” son irrelevantes: “el medio es el mensaje”, los actos hablan por sí solos: y GRITAN el mensaje de Stalin y su trato con la gallina.

La mayoría apoya la cuarentena. Cuando les digo lo que he compartido aquí: que la inventó una colegiala, que la apoyó el farsante de Ferguson, que alguien que logró erradicar una epidemia viral no la apoyaba etc., cae en oídos sordos; su convicción en la eficacia de la cuarentena es religiosa, no fundada en evidencia; y como si esto no bastara, ¡se enojan al oír críticas contra la cuarentena!

Ante una situación así, no queda sino respirar hondo, recordar que es parte de nuestra naturaleza humana enloquecer de vez en cuando, asumir que abandonar ideas perniciosas es una tarea de largo plazo, y reafirmarse en la razón y la evidencia...

15. Devastación causada por el virus podría ser invisible a mediano plazo. Un tuitero conocido como @boriquagato lo muestra a modo de acertijo:

quiz:

this is all cause deaths per mm pop over flu season in 3 nordic countries: denmark, sweden, and norway.

2 of these are alleged to have handled COV-19 in exemplary fashion.

one is alleged to be a disaster with skyrocketing death rates.

can you spot the disaster? pic.twitter.com/SfNg5eSzwy

— el gato malo (@boriquagato) June 2, 2020

Es visualmente imposible determinar cuál de esas líneas es de qué país; covid no se distingue esencialmente de otras temporadas de gripe, al menos en los países citados.

Y al momento de escribir estas líneas (13 jun.) covid aún no supera las muertes de gripe, que llegan a 650.000 al año en su umbral alto; y si llegara a superarlas, habría que ver la cifra de las muertes de gripe... Si se han reducido por debajo del umbral bajo (250.000 al año), sería el fenómeno de mortality displacement: gente que probablemente hubiera muerto por gripe, murió por covid (por no mencionar la dificultad de recolección de estadísticas en medio de pandemia).

16. Exceso de muertes en Suecia podría explicarse por el mortality displacement. Para más explicación de ese fenómeno, léase la entrada en Wikipedia [V.]. Básicamente consiste en la premisa de las películas de terror “Destino Final”: no podemos huir de la muerte.

Personas que muy probablemente hubieran muerto por otras dolencias, murieron por covid; de hecho, en Suecia 70% de las víctimas eran ancianitos en asilos, cuya expectativa de vida era de sólo 5-9 meses más [V.]; se encontraron con el Creador unos meses antes de lo estadísticamente previsible.

En Canadá, la expectativa de vida es de 82 años; la edad promedio de las víctimas de covid era de 84 años [V.] EEUU, la edad promedio de víctimas de covid también se ajustaba a la expectativa de vida, 78 años.

En Suecia por alguna razón el año pasado hubo unas 3.000 muertes menos de lo usual [V.], fenómeno que no ocurrió con sus vecinos bálticos; ¿será que con el covid estamos viendo el “efecto cosecha” en esas muertes que se demoraron? En vez de morir por otras dolencias, se los llevó el covid; he ahí el mortality displacement.

17. El virus decae luego de cierto tiempo, por sí solo.

Como vemos en los gráficos de la mayoría de países [V.], el virus tiene una vida media de poco más de dos meses, según predijeron científicos israelíes [V.]; el virus tiene su propia dinámica; independientemente de todos nuestros afanes y desvelos; en otras palabras, destruimos la economía mundial por gusto, pues el virus se iba a extinguir por sí solo.

Enseguida alguien citará: “Pero en este país X...”; esa es la falacia de availability heuristic; uno, dos o un puñado de casos cercanos no son una guía para sacar conclusiones aplicables a todo el mundo; los datos varían demasiado.

Algunos países o ciudades son azotados inmisericordemente por el virus; otros son ignorados… No se sabe bien por qué [V.]. Se decía que era por la densidad poblacional; por la cuarentena; pero en Asia hay notables excepciones para ambas coass.

Precipitarse a sacar conclusiones basadas en uno o dos casos no ayudará a la inteligencia colectiva.

Cuidado también con la cuarentena, que se convierte en una profecía auto-cumplida. Si cuarentena logra alargar contagios, que era su fin original como sabemos, aquellos de pensamiento débil llegarán a la conclusión errada: “¿Ven? ¡Pese a cuarentena casos siguen aumentando; ¡es necesario redoblar la cuarentena!!1!”.

No es así. Tarde o temprano el virus se volverá endémico y tampoco podemos vivir eternamente encerrados. Un solo golpe y porrazo, o “tortura china”, tarde o temprano acabará esta epidemia y aprenderemos —no hay de otra— a convivir con él.

Por último, tomar en cuenta que el número de casos varía mucho según si se hacen muchas, o pocas, pruebas; causando pánico a las mentes menos rigurosas, que rápidamente olvidan que la mayoría de casos son asintomáticos. Pero las muertes difícilmente pueden ser disimuladas, y estas alcanzan su pico y empiezan a descender alrededor de un mes, mes y medio después de introducido el virus en una región.

18. Es un mito que los asiáticos lograron contener el virus con cuarentena. Se repite y se repite como si fuera algo “sabido por todos”. Pero los datos de movilidad de Apple [V.] y Google [V.] muestran que no es así.

Tomando en cuenta una “línea base” (13 de enero para Apple, promedio de ese día de las 5 primeras semanas del año para Google), se ve que los distintos países de Asia convivieron con el virus más de un mes antes de reducir su movilidad, y ni siquiera significativamente; reducciones de diez, quince, treinta por ciento difícilmente pueden pasar como “cuarentena estricta”.

Incluso Japón aumentó la movilidad respecto de la línea base; ¡y no saben bien por qué el virus no les golpeó! [V.]

19. En “el gran esquema de cosas”, el covid no es ninguna tragedia. El coronavirus recién está acercándose al umbral alto de muertes anuales de gripe; muchos ignoraban siquiera que la simple gripe sea una de las cinco mayores causas de muerte mundial.

Al momento de escribir estas líneas, las muertes por covid en cuatro meses equivalen a las muertes que ocurren en tan sólo tres días en el mundo… De las muertes normalmente previstas para este año, el covid se ha encargado de menos del 1%… Covid ha matado menos de la centésima parte del 1% de la humanidad.

Y todo eso habrá que compararlo con las demás causas de muertes: probablemente mucha gente que iba a morir de otra causa, murió por covid; pero quizá no haya gran exceso de muertes.

Cada muerte es una tragedia, pero es bueno ponerlas en contexto. La muerte es el destino de todos, y a todos nos llegará, tarde o temprano.

Y admítanlo: todos sabemos que podemos alargar nuestras vidas haciendo ejercicio, durmiendo más, eliminando pan blanco, harina blanca, arroz blanco, aceites vegetales etc., pero no estamos dispuestos a hacerlo… ¡Nuestras malas decisiones matan más que el virus!

20. El virus no se correlaciona con la movilidad. Es un tema delicado para mí, pues durante tres meses hemos escuchado a opinólogos afirmar que covid se ensañó con Guayas “porque la gente es incivilizada, salvaje, no cumple la cuarentena”.

Unas pocas voces se alzaron para protestar por la dificultad de encerrarse en plena época calurosa y húmeda, en casas con escasa ventilación, techos metálicos que arden y hacen doler la cabeza etc., llegando incluso a enviar efectivos militares a reprimir al pueblo [V.]

Mas desde el principio de la cuarentena se sabía que había más movilidad de personas contagiadas en la capital que en Guayaquil, tanto así que lo dijo el propio presidente [V.] basado en datos del ECU-911 que, con una semana de retraso [V.] siempre reflejaron mayores aglomeraciones en la capital; los datos lo reflejan así desde la segunda semana de cuarentena, y siempre la “mancha de calor” de aglomeraciones fue mayor en la capital.

Tanto es así, que el propio alcalde Yunda de la capital llegó a afirmar un notable exceso de aglomeraciones en la capital [V.] precisamente en las semanas posteriores al apogeo de Guayaquil; la curva de casos y fallecimientos hasta el momento de escribir estas líneas (jul. 4) sigue ascendente en la capital.

Si a finales de abril Guayas tenía 8,5 más casos que la capital, hoy sólo son 1,85 más casos… La brecha se estrecha continuamente. Para fines de mayo los casos diarios de Pichincha ya superaban los de Guayas [V.]

Es una verdad incómoda que ciertos compatriotas se solazan en odiar a Guayaquil. Que los datos no justifiquen ese odio, no será obstáculo para esa pasión irracional.

Por último, ¡ya tenemos datos definitivos!, y demuestran que Quito siempre tuvo más aglomeraciones que Guayaquil: «Estadísticas del Servicio Integrado de Seguridad ECU-911 señalan que Quito es la ciudad que registra la mayor cantidad de aglomeraciones desde el 16 de marzo hasta el 7 de julio del 2020 con 7 587. Le siguen Guayaquil y Cuenca con 5 503 y 2 379 respectivamente». [V.] 37% más de aglomeraciones que Guayaquil.

Datos a septiembre [V.] muestran que Quito tuvo 53% más aglomeraciones que Guayaquil, 15.142 alertas vs. 9.876.


Si alguien tiene el tiempo y la disposición, podría correlacionar los datos de movilidad de Apple [V.] y Google [V.] con las curvas de contagios del virus [V.] y podríamos poner fin a ese lugar común…

21. En serio, la cuarentena no sirvió para nada. Decir esto obtiene una reacción religiosa de los creyentes en la Santa Cuarentena, pero son las conclusiones de un estudio publicado recientemente en la prestigiosa The Lancet [V.]: «acciones gubernamentales tales como cierre de fronteras, cuarentenas absolutas, y tests masivos de covid-19 a altos porcentajes de la población no se correlacionan con reducciones estadísticamente significativas en el número de casos graves o mortalidad total».

Destruimos la economía “por si acaso frene al virus”.

No funcionó.

Empobrecimos a millones por gusto.

No sirvió de nada.

Pero como dice la biblia, «es infinito el número de los tontos»… Mostrar datos como estos no tiene ningún efecto en la fe ciega en la Sagrada Cuarentena.

Respirar hondo y recordar que la humanidad pierde la razón una vez en cada generación, por lo menos…

22. Es muy probable que la cuarentena sea peor que el propio virus. Organismos responsables advertían que mucha gente es pobre, vive de lo que logra recaudar día a día, que privarles de ese sustento diario con una cuarentena draconiana no era sensato; pero los cuarentenaliebers, presa del pánico, fueron oídos sordos.

La pobreza trae su propia carga de mortalidad: menor acceso a alimentos de calidad, a servicios de salud, estado de tensión/ansiedad constantes —que, como se sabe, causan inflamación, debilitamiento de sistema inmune— y el hecho que niños dejen de acudir a la escuela les está privando de en ocasiones su único alimento nutritivo del día, prevención contra abusos, etc.

Tener a los chicos en casa incluso dificulta a muchos padres trabajar, con lo cual se empobrecen aún más; y los chicos están perdiendo costumbres de estudio y no están aprendiendo nada.

Asimismo millones de niños se están saltando calendario de vacunas; muchos nunca las recuperarán, lo cual pone en riesgo su salud en el futuro. Los niños, que no son población de riesgo de covid, morirán probablemente en mayores números por la estupidez de la cuarentena [V.]

Rápidamente creímos los modelos y simulaciones de farsantes reiteradamente equivocados como Ferguson, pero estamos ignorando modelos que predicen incremento de muertes maternas e infantiles [V.].

Antiguamente, se decía “mujeres y niños primero”; esta contemporaneidad ridícula en la que vivimos los ignora totalmente: morirán y sus muertes pasarán desapercibidas.

23. La cuarentena fue contraproducente. La “sabiduría” popular parecía ser: “no saldré nunca y el covid se extinguirá como una llama sin oxígeno”, pese a que esa no era la promesa del modelo Imperial.

Ahora sabemos que exposición prolongada al virus lo vuelve 20 veces más contagioso que contactos casuales en la calle: «suggesting secondary attack rate of 0.45%, household attack rate of 10.5% … close & prolonged exposure is required for transmissión» [V. hilo] Asimismo se ve que los niños no son el vector de contagio que se teme.

Así se explicaría asimismo que personal médico se contagia con frecuencia, por estar más expuesto al virus; y la recomendación que hacían a pacientes no graves de otras enfermedades —evitar internarse en hospitales— para evitar multiplicar sus dolencias contagiándose de covid.

Ordenar a familiares encerrarse con sus parientes enfermos, logró que se contagiaran más… ¿Ven que estamos “liderados” por “genios”? Si no fueran tan incompetentes creería que son perversos.

Esto se comprueba con los datos que proporciona el ministerio de salud ([V.] por ej.): durante toda la pandemia más del 95% de casos conocidos estaban en domicilios, no en hospitales; en consecuencia, no sólo se ordenó que familias se empobrecieran —al prohibirles salir a trabajar y abrir sus negocios— sino que criminalmente se les obligó a exponerse más al virus.

24. El exceso de muertes probablemente fue por culpa nuestra. Vimos ya cómo se vertía odio injustamente sobre la población más afectada por el virus, siendo que la capital siempre tuvo más aglomeraciones en las calles.

Pero hay un indudable exceso de muertos en Guayaquil: alrededor de 9.000, y 11.000 en toda la provincia. El gobierno no los atribuye a covid. ¿A qué se deberán entonces?

De entrada sabemos que antes del covid estábamos en epidemia de dengue: diez veces más casos que lo normal, y los casos dejan de contarse apenas covid acapara la atención del mundo [V.]; asimismo, se esperaba que este año hubiera epidemia de dengue, y probablemente muchos casos de dengue se hacían pasar como coronavirus [V.]

Lógicamente no es que desaparecen los casos de dengue, pero una doble carga viral en un organismo debilitado podría ser mucho más letal, como afirman los dos epidemiólogos en el artículo citado.

El dengue de por sí es una enfermedad que te tumba en cama dos, tres semanas con insoportables dolores corporales y de cabeza. ¿Acaso una doble carga viral (dengue+covid) podría ser mucho más mortífera?, más aún si hablamos de población de la 3ra edad, con sobrepeso, diabetes y otras dolencias serias.


Los científicos británicos se plantearon la misma cuestión: un exceso de muertes que no podía ser atribuido al virus.

Básicamente atribuyen exceso de muertes a denegación de atención hospitalaria a otras enfermedades.

Primero, daban el alta a pacientes que aún no estaban del todo sanos, “para hacer espacio para los pacientes de covid, que llegarán por CIENTOS DE MILES, como dice el Prof. Ferguson…”. Esa gente fue enviada a casa prematuramente a morir; quizá hubiera salvado sus vidas una permanencia extendida en el hospital.

Segundo, a muchos pacientes que requerían atención hospitalaria, los devolvían nomás a las casas dizque “para no saturar el hospital, por si acaso nos lleguen pacientes de covid”… Nuevamente se denegó atención hospitalaria a pacientes graves, “por si acaso lleguen pacientes de covid”.

Recordemos que NO hay tratamiento específico hospitalario contra covid, y que ventilación mecánica tiene mortalidad superior al 90%.

Finalmente, los ancianitos ni siquiera acudían al hospital, pues temían el contagio, o sabían que “no estaban recibiendo otras enfermedades, sólo covid”, y morían nomás en sus casas.

(Como anécdota, un pariente muy cercano muy probablemente sufrió dengue, pero en el hospital no lo quisieron recibir, porque los propios hospitales son focos de contagio y estaban llenos de pacientes con covid, advirtieron prudentemente los médicos.)

Ahí está el paper: [V.] ¿Será que la precipitación irracional por evitar muertes de covid, terminó segando prematuramente la vida de más gente?

No podría cargar eso en mi conciencia si hubiera sugerido la cuarentena draconiana. Pero quienes nos desgobiernan son reptiles desprovistos de remordimiento.

25. La civilización, la prosperidad, nuestro estándar de vida, son una red frágil de ideas. Muchas de esas ideas son expectativas: sé que en la tienda de la esquina encontraré víveres; sé que mañana podré salir a trabajar; sé que podré hacerlo porque puedo enviar a mis hijos a la escuela; sé que mi proveedor confía en mí y me da crédito; etc. Así funciona una ciudad, una sociedad, un mundo interconectado.

Pero viene el político y cual Darth Vader, nos dice: “estoy alterando las condiciones del trato… Ruega que no lo altere más”, y rápidamente se empieza a desmoronar la sociedad entera, cuando millones ven que sus expectativas no se realizan.

Es imposible siquiera mantener el nivel de prosperidad de una sociedad sin actividad; es como andar en bicicleta, para no caerse es necesario estar en constante movimiento.

Asimismo hemos visto que con unas cuantas semanas sin trabajar rápidamente desaparecen empresas y puestos de trabajo; esa delicada red de ideas y expectativas —que sólo existe en nuestras mentes— que constituye el “tejido social”, rápidamente se desvanece, y con ella, el progreso en nivel de vida.

Cuán estúpida suena esa frase que oíamos al principio: “la economía se recupera, la vida no”… Díganselo a los muertos por otras enfermedades que no tuvieron atención; a los niños que morirán por haber retrocedido treinta años en mortalidad infantil; a los millones de nuevos pobres que no podrán consumir las calorías necesarias ni hacer atender las enfermedades de sus hijos…

26. El virus siempre existió. Muchos jamás habíamos oído de los “coronavirus” hasta recién este año; pero basta una breve búsqueda histórica para enterarse que siempre ha existido, que normalmente se confunde con la gripe, y que normalmente es benigna, pero en pocos casos (como la gripe) degenera en neumonía que pone en riesgo la vida. Y, añadamos, hoy sabemos también que —también como la gripe— muta constantemente y degenera en pandemia cada generación.

Una breve búsqueda histórica nos confirma que en efecto no había nada nuevo bajo el sol: el artículo de Wikipedia sobre el coronavirus de 2004 lo confirma; o esta página del gobierno cubano [V.], allá por 2015, mucho antes de la histeria actual.

Entonces, ¿para qué el pánico, si ocurría algo que ya sabíamos?

27. Las mascarillas están overrated. Antes que me insulten, aclaro que no lo digo yo, ¡sino la ciencia!

¿Quién puede creer que pasar horas al día inhalando a través de una mascarilla sucia, babeada, sudada, sin lavar, caldo de cultivo de bacterias y hongos, es sano y protege contra covid? ¿Quién puede creer que sea sano para niños y ancianos y personas de salud delicada? Pero ése es el mundo loco en el que nos encontramos.

La mayoría de personas usa mascarillas de tela, de fantasía; pero esas mascarillas «no proporcionan protección contra partículas en el aire o patógenos», dice The Lancet; «mientras que las mascarillas descartables de papel proporcionan poca protección, las mascarillas de tela pueden ser peores que no usar mascarilla alguna … Tu riesgo de infección crece si usas una mascarilla de tela, lo cual es bastante preocupante».

El artículo continúa explicando que las únicas mascarillas que ofrecen protección contra virus son las N95, como es sabido —por supuesto, usándolas correctamente, sin dejar espacios entre la mascarilla y la cara donde se filtre el aire; es una gran suposición cuando hablamos del gran público no médico— pero pocas personas las usan, e incluso médicos rehúsan usarlas prolongadamente, pues es más difícil acostumbrarse a respirar en ellas largos períodos.

Luego de reflexionar en que el propio personal médico con frecuencia no las usa apropiadamente, no se diga el público “lego”, el artículo reflexiona: «aunque las mascarillas N95 ofrecen protección a individuos, hay poca evidencia sobre su efectividad a nivel de la población en general».

Otros estudios reiteran la eficacia de las mascarillas N95 para detener infecciones respiratorias [V.] pero insisten en que las propias mascarillas quirúrgicas usadas por personal médico no son eficaces contra esas infecciones. Podemos concluir que tampoco las mascarillas de tela de fantasía que se usan.

Por último, hay investigaciones que afirman que la infección respiratoria puede ocurrir ¡por los ojos! [V.], con lo cual podemos concluir que la fe religiosa que depositan las masas en las mascarillas —fe ciega que esconde una más perturbadora fe en políticos y líderes de opinión— no es sino eso, fe religiosa sin evidencia.

No quiero cerrar este tema sin añadir cómo ven los propios científicos médicos el uso generalizado de mascarillas en hospitales: «sabemos que usar mascarilla fuera de las instalaciones hospitalarias ofrece poca, o ninguna, protección contra la infección … el deseo de usar mascarillas es una reacción refleja a la ansiedad por la pandemia» [V.].

Continúa: «es menos claro si la mascarilla ofrece protección adicional en situaciones donde el servidor hospitalario no tiene contacto directo con pacientes sintomáticos».

«una mascarilla … no ofrece protección contra gotitas que puedan entrar por los ojos u objetos infectados que puedan ser tocados y luego tocarse las membranas mucosas (sabiendo que quienes usan mascarillas tienen una mayor tendencia a tocarse la cara)».

«Lo que es claro sin embargo es que el enmascaramiento universal por sí solo no es la panacea … enfocarse sólo en eso podría, paradójicamente, llevar a una mayor transmisión del covid».

Finalmente, admiten que máscaras son un pacifier, un “chupón o chupete” para adultos, como el que se les da a los bebés, y con el mismo fin: calmarlos…: «Es también claro que las mascarillas tienen un rol simbólico. No son sólo herramientas, sino talismanes (sic!) que pueden ayudar a incrementar la sensación de seguridad, bienestar y confianza del personal de salud. Aunque dicha reacción no sea estrictamente lógica, todos estamos sujetos a miedo y ansiedad … Uno podría argumentar que el miedo y la ansiedad se enfrentan mejor con datos y educación que con una mascarilla marginalmente beneficiosa, pero es difícil que el personal escuche este mensaje en el fragor de la crisis actual. La mayor contribución del protocolo de uso universal de mascarillas puede ser la reducción de la ansiedad, muy por encima de cualquier rol que jueguen en reducir la transmisión de covid».


A mayor abundamiento aún: «El uso prolongado de mascarillas … durante COVID-19 ha causado efectos adversos como dolores de cabeza, erupciones cutáneas, acné, y disminución de las capacidades cognitivas en la mayoría de los sujetos estudiados» [V.] ¡Las mascarillas embrutecen! ¿Y así insisten en su uso masivo y generalizado, incluso de niños? Tanta perversidad no es un “bug”, sino un “feature”: no es daño colateral, es daño intencional.

¿Cuántas veces llevo diciendo “a mayor abundamiento”? Datos el CDC muestran que ¡el 70% de contagiados de covid, son gente que usaba SIEMPRE mascarillas! [V.], vs tan sólo 3,9% de contagios entre quienes nunca las usaban… ¿Se requiere más evidencia?

Ya está dicho todo entonces. Sólo puede uno imaginarse que, si así es en hospitales, ¡imagínense el público en general!

28. Tu salud es tu responsabilidad, de nadie más. Ante la avalancha de información contradictoria —v. n.12— donde incluso los propios doctores no se ponen de acuerdo, uno tiene que tomar sus propias decisiones.

Es conveniente tener un médico de cabecera en el que uno confíe, pero recordar que en último término, ante las contradicciones de los profesionales, uno ha de decidir.

29. Las autoridades develaron su rostro psicopático. No exagero. Tomemos al Dr. Fauci, Director del Insituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de EEUU, ha sido defensor de las medidas draconianas desde el inicio, y su opinión es vista como la de un gurú.

Sin embargo, es difícil pasar por alto el hecho que Dr. Fauci financió con millones de dólares laboratorio de Wuhan que estudia coronavirus en murciélagos [V.], para luego decir que no era verdad que el virus haya salido de los laboratorios que él financiaba, malpensados… [V.] para luego exigir que cuarentenas se prolonguen indefinidamente [V.] y que se vayan nomás olvidando de ir al cine, que eso ocurrirá sólo un año después de haber vacunado a todo el mundo… ¿Sólo yo veo un pequeño Stalin ahí, por no hablar de un enorme conflicto de intereses y parcialidad?

Ahí es cuando uno se pregunta si de verdad las élites mundiales no serán reptilianos… Muestran tan poca empatía como los reptiles: el propio Fauci, los gobiernos europeos prohibieron el uso de hidroxicloroquina para tratar el virus, cuando desde hace más de 15 años se sabía que era un «potente inhibidor del contagio y propagación del coronavirus» [V.], y muchos doctores públicamente clamaban porque se autorice su uso generalizado, al haber logrado buenos resultados con sus pacientes [V.], mientras las élites negaban insistente y públicamente que haya evidencia de que funcione, para luego discretamente autorizar su uso [V.].

¿Es que acaso les interesa tenernos asustados, enfermos y dóciles? No se entiende de otra manera su oposición a la evidencia.

30. Si la intención de China era ponerle la zancadilla a sus rivales, lo logró magistralmente. Como vimos, la idea de hacer cuarentenas no era parte del mainstream médico hasta hace unos meses; pero China —que, como sabemos, controla férreamente la información que circula dentro y hacia afuera— hace alarde de la eficaz respuesta al novel virus con férreas cuarentenas, logrando grabar a fuego esa imagen en la mente de millones de ansiosos en todo el mundo… Quizá no deba descartarse campañas en redes sociales promoviendo las cuarentenas como panacea, por parte de troll farms…

Lógicamente la reacción de todo el mundo será imitar lo que dicen que hicieron los chinos, para enfrentar el virus chino; y ya que “más es mejor”, no encerrar sólo una región, sino países enteros… Si a los chinos les sirvió, a nosotros también, ¿verdad? ¿Verdad?

Resultados: catastróficos desplomes de dos dígitos en los PIBs de todo el mundo, mientras que la economía china sospechosamente no se ha visto afectada… Ante el desconcertante espectáculo de miles de bañistas en un abarrotado concierto en una piscina en Wuhan —mientras millones en occidente padecían cuarentenas— lo mínimo que uno puede permitirse es dudar sobre las buenas intenciones del gobierno chino… ¿Y si todo fue una cortina de humo, una “operación de bandera falsa”? [V.]

Desconfiemos de las intenciones de despiadados burócratas comunistas en el poder en China.

31. Follow the money… Así como el lema de McLuhan: the medium is the message sirve para deducir el verdadero pensamiento de una persona o grupo a partir de sus actos más que de sus palabras, seguir el “rastro del dinero” nos permite entender las verdaderas intenciones de una persona o grupo; nadie está tan convencido de algo, como “put your money where your mouth is”.

El Imperial College del farsante de Ferguson tiene hondos lazos con instituciones chinas, pero no cualquier institución, sino con instituciones militares [V.] directamente dependientes del gobierno dictatorial comunista; en medio de la crisis, Huawei inyecta millones al Imperial [V.]… Se jactan de reuniones con Xi Jinping [V.]

Y como si hubiera falta de más pruebas, niegan vehementemente que hayan exportado el virus adrede [V.] citando a su “burropié” (stooge) Ferguson… Otro profesor que vive en China lo niega también… [V.]… ¡Supongo que algún instinto de conservación ha de tener!

Como se dice coloquialmente, “el que paga al mariachi elige las canciones”; no será difícil que instituciones que reciben tanto dinero de políticos chinos los traten bien. Como dice Mano Singham, [V.] “That politicians can be bought by rich people, businesses, and lobbyists is no secret. What is surprising is how cheap they are.” No es de asombrarse que académicos sean aún más obsequiosos y baratos.

Y como no deja de recordar un comentarista, gobierno de China sigue vendiendo miedo, mientras ellos no tienen ya ninguna restricción observable:

Notice how China is open with hardly any restrictions, and this is their outward messaging. https://t.co/U1dpRl5wBC

— Jordan Schachtel (@JordanSchachtel) October 9, 2020

Termino con una cita de otro Ferguson, Niall (no confundir con el “Ferguson malo”, Neil): “China's problem, like Russia's before 1991, is the One-Party Problem. And so long as a fifth of humanity are subject to the will of an unaccountable, corrupt, and power-hungry organization with a long history of crimes against its own people, the rest of humanity will not be safe.”

No olvidemos tampoco a Bill Gates, despiadado hombre de negocios (todos sus biógrafos coinciden) devenido en experto en epidemias y virus (plaga que siempre sufrió Windows) y quien tiene un interés económico en que sus farmacéuticas reciban contratos gubernamentales para crear vacunas obligatorias para la sociedad.

32. Nuestra respuesta al virus fue religiosa. Ante un virus que ni los propios expertos estaban seguros de cómo funcionaba, ¿qué iba a hacer el público? Usar rituales para tratar vanamente de “conjurar” al virus… De ahí nuestra obsesión con las mascarillas, distancia social, cuarentenas etc., ante la evidencia acumulada de que no sirven o son incluso perjudiciales: son rituales religiosos.

Como vimos antes [V.], la religión del covid tiene sus sacerdotes que se contradicen continuamente (OMS, médicos y ministros de salud), tiene rituales con efecto placebo (lavarse las manos como si uno tuviera OCD, mascarillas, distancia social, rociar todo con alcohol), tiene sus herejes y autos de fe (este humilde servidor ha tenido que soportar insultos y pérdida de amistades por atreverme a dudar de la religión covid), proporciona solaz espiritual y sentido a la vida (hasta que pese a todas las precauciones igual se contagian), etc.

En serio, véase nuestro anterior ensayo sobre la religión [V.] y verá que nuestra respuesta al covid se adecua perfectamente a los elementos constitutivos de una religión que ahí mencionamos.

33. Ahora resulta que la propia OMS condena las cuarentenas. Lo venimos diciendo desde marzo; recibimos insultos, perdimos amistades, familiares se distanciaron…, ¡para que ahora la propia OMS lo diga! [V.]:

WATCH: Dr David Nabarro, the WHO's Special Envoy on Covid-19, tells Andrew Neil: 'We really do appeal to all world leaders: stop using lockdown as your primary control method'. Watch the full interview here: https://t.co/XLdaedsKVS #SpectatorTV @afneil | @davidnabarro pic.twitter.com/1M4xf3VnXQ

— The Spectator (@spectator) October 9, 2020

Todo fue en vano: la destrucción de medios de vida de millones… Arrojarlos a la pobreza y extrema pobreza, donde tendrán dificultades para proporcionar calorías suficientes a sus niños día a día… Donde morirán silenciosamente de disentería, desnutrición, falta de atención de sus madres en el embarazo, falta de vacunas…, todo fue en vano.

Por denunciarlo fuimos escarnizados, para finalmente darnos la razón. Nadie nos desagraviará -falta que hace tampoco- pero la cuarentena como medida eficaz para enfrentar epidemias ha quedado grabada a fuego en la ignorancia de tantos.

En serio, o estamos en manos de reptiles, o psicópatas.


Y curiosamente, enseguida el peón de China que dirige la OMS trata de seguir vendiendo miedo [V.] diluyendo el mensaje disidente del otro miembro de la OMS; siendo que días atrás, en una de sus tantas apariciones públicas como “agoreros del desastre” [V.], dieron a entender que el virus no es mucho peor que una epidemia fuerte de gripe, con una letalidad del 0,14% de las infecciones, al juzgar por las cifras dadas por ellos mismos: 10% de la población mundial infectada y poco más de un millón de fallecimientos.

34. Las pruebas PCR fueron condenadas ¡por su propio creador! En serio, basta escarbar un poco más allá en el fondo de las cosas para ver que todo es falso… El creador de las pruebas PCR —ganador del premio Nobel por eso mismo— se negaba a que se usen para determinar infección viral [V.], y se sabe que los tests tienen una exactitud de menos del 50%, es decir, ¡lanzar una moneda “para determinar si alguien está o no infectado de covid” podría ser más fiable que el test PCR!

35. El virus no ha sido aislado. No sólo que la prueba PCR no es confiable; el propio virus del que tanto se habla propiamente no existe, al menos a los ojos de la ciencia [V.]… Es como la “analogía del gato negro”: “la teología es como estar en un cuarto oscuro, buscando un gato negro que no está ahí, y gritar: ‘¡Lo encontré!’”.

No exagero: hemos destruido la economía mundial siguiendo los consejos de cómplices (shills) de regímenes autoritarios, por el miedo a un virus que no ha sido aún aislado, pese a los esfuerzos de los países más avanzados del mundo.

Un “enemigo invisible”, que es todo y nada al mismo tiempo… Imposible de vencer… Pero que justificará un estado de “guerra perpetua” por parte del “complejo médico-industrial”, de cuyo hermano militar nos previno inútilmente Eisenhower.

“La guerra es la salud del estado”, advirtió Bourne hace un siglo… Ahora el estado cifra su salud en la lucha contra un virus invisible, invencible, indefinible. Así espera tenernos dóciles, sumisos, temerosos.

36. A la adolescente se le puede perdonar su estupidez. Todos somos estúpidos a los 14 años; a esa edad nadie sabe de medicina, peor de epidemias, así que ¿cómo se le ha de reprochar que haya sugerido una barbaridad?

A los stooges del gobierno chino como Ferguson y Fauci, ¿se les puede reprochar que busquen los intereses del PCCh, y no de los ciudadanos del país al que supuestamente sirven? Follow the money… money talks…, y nos dice que esos paniaguados iban a repetir la narrativa más conveniente a sus amos. Gente servil, psicópatas que no tienen mayor reproche en causar la muerte de millones por su complicididad; ahí también entra la OMS, y las élites mundiales de archimillonarios, que se benefician de tener un pueblo dócil y asustado.

¿Los medios? No son más que voceros de las élites, sean económicas o gubernamentales; siempre prestos para repetir lo que les dictan. “Ya no hay periodismo, sólo relaciones públicas”, digo con frecuencia; ¿hay cómo reprocharles que converjan en el discurso de las élites, y ataquen violenta y con virulencia voces disidentes? Su “modelo de negocio” depende cada vez más del dinero gubernamental.

De ahí la banalidad del mal: millones morirán en esta cruzada de las élites en su beneficio; todos buscan su propio interés. Se disparará mortalidad de enfermedades serias, que no se están diagnosticando ni tratando; niños morirán por no vacunarse y estar malnutridos… Y nadie se percatará de ellos, serán sólo una estadística más… Y eso, si es que no añaden macabramente sus muertes al cálculo de covid… “¿Ven? ¡Muertes siguen subiendo! Necesitamos más poder para los gobiernos y las élites, más cuarentenas…”.

Psicópatas. ¿Tanto daño quedará impune? ¿Tantas muertes sin sentido?

Siempre ha sido así… Hoy no es la excepción.

37. Follow the money. Siempre recuerdo los heurísticos para entender las verdaderas motivaciones de alguien, más allá de sus discursos biempensantes: “el medio es el mensaje”, la intencionalidad se deduce por los actos, no por las palabras; asimismo follow the money (& power): si los actos “desinteresados” de alguien generan un cauce de dinero e influencia hacia él, pues no son tan desinteresados; asimismo si su activismo es su fuente de ingresos, difícilmente resolverá ningún problema, pues se quedaría sin ingresos; más bien tenderá a empeorarlos, si eso facilita el flujo de ingresos y poder.

Pues en medio de destrucción de negocios y puestos de trabajo de millones, a los más poderosos les ha ido estupendamente, como nos muestra este gráfico:


[V.]

Quienes proporcionan los servicios más demandados durante la cuarentena, se han visto beneficiados de la demanda “cautiva” que les garantiza el confinamiento.

No sólo eso: la mayor parte del “estímulo” —que en realidad era un eufemismo para crear de la nada alrededor de 75% más dólares que había en existencia [V.] previo a la crisis— fue dirigido a empresas y gobiernos; sólo una minoría, alrededor de la quinta parte, fue para la gente que estaba encerrada y sin trabajo [V.]Follow the money… síguelo y según donde vaya, verás las verdaderas intenciones de todo esto: más “tajada” del pastel a las élites mundiales, a costa de los más vulnerables. Es inmoral.

38. Las masas actuaron como las hermanas Miranda con “Masa Blanca”. En el cuento “La Tigra” [V.] se narran viñetas del campo de la costa ecuatoriana del siglo pasado, a través de las tres hermanas Miranda.

Bueno así resumiendo, una vez llegó a la finca de las Miranda el curandero “Masa Blanca”; La Tigra le contó con preocupación que era muy calenturienta, que qué podría ser, y el curandero repitió lo que le decía a todos: que era cosa del diablo, que había poseído la vivienda, y que había que exorcizar la casa… Luego le preguntaron qué podrían hacer para evitar una nueva posesión…

Era visible que le costaba dificultad inventar "la contra"; pero, las Miranda no se percataron de ello.

—¿Cómo?

—¿Cómo?

Estaban ansiosas.

—Ustede, pué, perdonando la espresión, han pecado mucho po'abajo, y er Compadre (el diablo) la sigue como la hormiga a la cañafístola... Si se les priende, no las aflojará...

Vaciló:

—¿Ustede tienen una hermana doncella, no?

—Sí.

—Sí.

—Ahá... Bueno; mientras naiden la atoque y ella viva en junta de ustede, se sarvarán... De no, s'irán a los profundo...

Fue esa la condenación a perpetua virginidad para Sara Miranda. La falta de imaginacióni de Masa Blanca, a quien no se le pudo ocurrir otra cosa, cayó sobre el destino de la muchacha. Era una sentencia definitiva a doncellez.

Pues así actuó la sociedad: presa del pánico, acudimos a curanderos farsantes y psicópatas como Ferguson, Fauci y Tedros Adhanom de la OMS; ellos, totalmente perdidos sobre qué hacer, y/o con mala intención, empezaron a “exorcizar” al virus con varios procedimientos inútiles e inapropiados para ello; e implantaron a fuego en las mentes de millones la ESTÚPIDA idea que un virus respiratorio ha de combatirse confinando a millones de personas sanas.

Entendemos así el celo puritano con el que las masas adhieren a cualquier, y toda, narrativa de las élites mundiales, por absurda que sea, aunque se contradigan constantemente. ¿Una especie de síndrome de Estocolmo? “obedezcamos rápida y ciegamente, sin chistar, y con suerte pronto nos dejarán libres”.

En serio, veamos un poco cómo fue ese exorcismo.

39. ¿Cuándo nos daremos cuenta que nos están viendo la cara? Veamos cómo se trató de enfrentar el virus:

Élites mundiales: —Hay un virus mortal, que quizá o quizá no salió de nuestros laboratorios. El pueblo: —Ok. —Tomará sólo dos semanas controlarlo. —Ok. —No, tomará unos meses. —Ok. —No, tomará años controlarlo. —Ok. —No debéis usar mascarillas. —Ok. —Ahora sí. Deben usarlas siempre. —Ok. —Dos mascarillas, mejor tres. —Ok. —Deben permanecer en arresto domiciliario meses, aunque estén sanos. —Ok. —Deben perder su empleo y empresa. —Ok. —No puedes divertirte ni pasear ni veranear ni trabajar. —Ok. —Pero las protestas, saqueos e incendios de izquierda sí están permitidas. —Ok. —No debes volver a ver a tu abuela. —Ok. —Tu abuela debe morir sola, lejos de ustedes. —Ok. —Tus niños no pueden volver a ver el sol. —Ok. —Tus niños no volverán a ver otros niños ni jugar. —Ok. —Les daremos un bono para que aguanten, pero nosotros nos daremos miles de millones de dólares. —Ok. —Te vamos a inyectar algo que sólo nosotros sabemos qué contiene. —Ok. —Si te hace daño o te mata a ti o a tu abuelita o tus niños no nos responsabilizamos. —Ok. —Después de inyectarte igual no puedes salir ni dejar de usar mascarilla. —Ok. —Ahora debes usar dos mascarillas, o mejor tres. —Ok. —Te meteremos un palo en la nariz para ver si estás infectado. —Ok. —Ahora te rascaremos el ano con un palo para ver si estás infectado. ¿Cuándo nos daremos cuenta que las élites de amigos de Epstein se están burlando de nosotros?

¿Cuándo es lícito decir: ¡Basta!, y decidir preferir arriesgar nuestra suerte con el virus?

40. La cuarentena apelaba a nuestros arquetipos. Muchos hemos oído la historia de la “Pascua judía”; la palabra Pascua no le hace honor a su significado, sí la palabra Passover inglesa, en la cual se celebra que el ángel de la muerte enviado por Dios a exterminar los primogénitos egipcios —una de las plagas enviadas por esclavizar al pueblo elegido— “pasó por alto” (pass over) las casas de los judíos que las habían marcado con la sangre del cordero sacrificado.

Pues parece que esa imagen del “ángel de la muerte que te ignorará si cumples un ritual” está muy arraigada en nuestro inconsciente colectivo; si originalmente la intención de la cuarentena —como hemos mencionado insistentemente— era sólo demorar los contagios, no evitarlos (“aplanar la curva”) la mayoría pareció entender: “enciérrate en tu casa y el covid perdonará tu vida y la de tu familia”, pese a que nunca fue esa la promesa de las autoridades.

Muchos dicen: “hubiera bastado una cuarentena estricta y perfecta dos semanas, nos habríamos ahorrado tanto sufrimiento”, pero me pregunto, ¿qué esperaban al salir de ella? El virus seguiría ahí, igual se hubieran contagiado, pues eso preveía el modelo Imperial; sólo buscaba demorar los contagios para no saturar hospitales, ese es el significado de “aplanar la curva”, no se trataba de “eliminar la curva”. El virus no es como un león hambriento que busca quién devorar, y moriría de hambre si no encuentra a nadie; es más como un zombie, no está propiamente “vivo”, busca anfitriones, muta constantemente.

Posteriormente se cambió el fin de la cuarentena en la mente de las personas, supongo para racionalizar su ciega fe pese a su ineficacia: “es necesario hacer cuarentena hasta que haya vacuna”, seguro no pensaron en que tomaría meses o años sacarla al mercado y distribuirla masivamente, la sociedad no hubiera resistido tanto encierro, pero ya sabemos que el miedo irracional no piensa.

He ahí otro arquetipo profundamente arraigado en nuestra psiquis, conjurar al más allá a través del sacrificio; las masas están dispuestas a cada vez más sacrificios absurdos para librarse de “la peste”, y defienden con celo puritano esos sacrificios, pues estarían “expiando nuestros pecados”; quizá con tantos sacrificios —las vidas que nos ha arrebatado, los múltiples sufrimientos impuestos a los sobrevivientes— este dios pagano se apiade de nosotros y perdone nuestras vidas.

41. “El que paga el mariachi, elige las canciones”. Véanse papers científicos de 2019 y atrás, y veremos por ejemplo que coinciden que las mascarillas de tela y quirúrgicas no sirven para proteger contra infecciones respiratorias; que sólo ciertas mascarillas ofrecen protección usadas correctamente, pero su uso prolongado tiene efectos nocivos en la salud; pero, ¡oh, sorpresa!, desde 2020 virtualmente todos los estudios hechos con fondos gubernamentales coinciden en que sí protegen contra el virus, y que usarlas prolongadamente no tiene efectos secundarios... Coincidencialmente coinciden con la narrativa gubernamental. ¡Qué coincidencia!

Entonces vemos con cinismo y pena que lamentablemente los científicos no son sino seres humanos como todos, sometidos a las mismas influencias que los legos: inclinados a converger en narrativas, deseosos de aceptación de sus pares, temerosos al disenso y convertirse en parias, inclinados a hallar la conclusión que desean quienes pagan sus estudios, ambiciosos de hallarse en las cumbres del poder, ser entrevistados etc.

Ante la contradicción de los “científicos” y la constatación reiterada que no siempre están guiados por la búsqueda de la verdad sino por llenar sus bolsillos y acrecentar su fama e influencia, no queda sino tomar nuestras propias decisiones; más aún si los papers se contradicen unos a otros constantemente.


ACTUALIZACIÓN A OCTUBRE 2022: Iré añadiendo algunas ideas sueltas pergeñadas en estos últimos dos años en chats familiares.

42. La cobí dio sentido a la vida de muchos. A muchas personas les llama la atención la acción colectiva; formar parte de “algo más grande que ellos mismos” les da sentido y significado a sus vidas. Un locus externo, por decirlo así. Supongo que todos en mayor o menor medida tenemos una inclinación a ello.

Para nuestros padres habrá sido la acción política revolucionaria; para nuestros abuelos, luchar por la nación en una de tantas guerras. Para nosotros, la lucha contra el virus……

Así puede entenderse cómo muchos se aferraban a la pandemia como algo que daba sentido a sus vidas; cómo luchar contra ella los volvía parte de algo más grande que sí mismos. Y seguir luchando ―usando mascarilla cuando nadie más lo hace y publicándolo en redes, por ejemplo― los hará sentirse “fieles a la causa”.

Huelga decir que esas personas son irrecuperables para el sentido común; el virus se ha convertido en parte de su identidad.


43. Con la pandemia, los periodistas cumplieron su “sueño húmedo” de ser corresponsales de guerra. No tengo pruebas, pero tampoco dudas, que ese es el sueño de todo periodista: ser corresponsal de guerra…, arriesgar la vida, reportar desde el frente, desnudar al enemigo… pues muchos periodistas ―como los “covidianos” del punto anterior― también encontraron el mayor sentido de su vida en la lucha contra el virus.

En el contexto de una guerra, podría esperarse objetividad de un periodista que sea corresponsal extranjero, de un país no involucrado en el conflicto. Pero de los periodistas nacionales, lógicamente recibiremos ardorosos partes de guerra; apasionadas elegías de nuestros bravos soldados; diatribas contra la cobardía y ruindad del enemigo…, menos objetividad.

Pues así con los periodistas inmersos en la lucha contra el virus, y la objetividad. En vez de investigar al poder político y económico ―las transnacionales farmacéuticas― se dedicaron meramente a ser sus voceros. Siendo la mayoría de periodistas adherentes a la izquierda, rápidamente olvidaron algo que era conocimiento común en la gauche: que las farmacéuticas no son santas, que tienen intereses económicos y que fácilmente cooptan gobiernos en pro del vil metal.


44. En ocasiones, la cola mueve al perro. A veces juzgamos la dimensión del problema, según la dimensión de la reacción. Cuando el bebé tropieza y cae, voltea a ver la reacción de los adultos ―quienes se miran de reojo, conviniendo tácitamente en no armar escándalo para no alarmar al bebé― y viéndolos aparentemente tranquilos, enseguida se distrae y sigue en lo suyo; mientras que si los adultos mostraran alarma y aspavientos, el bebé sospecharía algo grave y rompería a llorar… Así mismo fue nuestra reacción ante lacobí.

Desde el inicio se sabía que la mortalidad era la de una gripe fuerte, y concentrada en adultos mayores en torno a su expectativa de vida; pero los medios, gobiernos y élites mundiales decidieron poner en práctica lo que planearon en el Evento 201 meses antes, y bombardear 24/7 al pueblo con imágenes de chinos desplomándose y más contenido sombrío.

Así como en el juego de niños “ya viene el lobo” aumenta la tensión, cuando “el lobo” de lacobí ya estaba a las puertas, todos salimos corriendo: ¡era la hora de entrar en pánico! La cuarentena progresivamente más y más severa y draconiana ―llegando incluso a abrir fuego contra gente que buscaba ganarse la vida― mostraba la dimensión del problema según la narrativa que las élites deseaban imponer. Quienes tratábamos de mantener cabeza fría y citábamos los datos que venían de China, éramos tachados de enemigos del pueblo, que tratábamos de minimizar el enorme riesgo del virus más mortal del mundo mundial, del que todititos íbamos a morir a menos que obedeciéramos ciegamente LaSiensia™ que nos compartían los medios de comunicación…

He ahí entonces que el pueblo erróneamente dimensionó el problema, no basado en los datos que venían de China, sino según la enorme cruzada contra lacobí: cuarentenas, mascarillas, bakunas… Wow, ¡seguro la amenaza era simétricamente conmensurable!

Y fácilmente era vernos a los que nos oponíamos a tanta locura como los enemigos de la sociedad: “¡mira cuántos sacrificios se están haciendo para detener el virus! ¡Eso significa que es realmente peligroso! ¡Y tú lo minimizas, tratando de engañarnos! ¿O no será que en realidad lo haces porque deseas asesinar contagiando inocentes abuelitas, maldito…? ¡Eres el enemigo de la sociedad! ¡Y las élites que nos dan órdenes, nuestros líderes salvadores! ¿Cómo te atreves a sugerir que tanto sacrificio, tanto sufrimiento, tanto daño, fue en vano? ¡Imposible! ¡Todo fue necesario para salvar la vida del virus más mortal del mundo mundial! ¡Y faltó hacer más!”

Resbaladiza pendiente por la que todo el mundo se deslizó de buen grado, wheeeee! Ya dijimos que cada generación tiene su época en la que enloquece. Esto fue lo que nos tocó a nosotros. Y en épocas de incertidumbre, la tendencia humana es buscar seguridad en números, desear converger en narrativas reconfortantes que todo el mundo “sabe” que son verdad. Después de todo, todos sabemos que el emperador usa hermosos vestidos; sólo un loco, un ignorante, un inmoral, sería incapaz de ver tan hermosos vestidos…