Clic aquí para poner guiones al final de línea. Click aquí para modo nocturno
Para entender a la izquierda

Para entender a la izquierda

Para muchos nos resulta difícil entender a la izquierda. Como entender a las mujeres.

Aquí unas cuantas ideas para descifrar su aparente irracionalidad.

1. La izquierda se caracteriza por la preeminencia del símbolo vs. la realidad. La derecha, por lo contrario, por supuesto.

¿Qué significa? Difícil de explicar, hasta que lo veas en acción; unos ejemplos: la importancia de usar las “ideas correctas”, que suenan bien, aunque la realidad sea muy distinta; la importancia de hacer algo “por las intenciones correctas”; su obsesión con el pensamiento políticamente correcto, por usar “lenguaje inclusivo” hasta el ridículo, por buscar microagresiones, micromachismos…

La derecha se enfocará en índices objetivos, medibles: mejora en PIB per cápita, ingresos promedio, etc.; la izquierda dirá que “Cuba logró dignidad”, que “Maduro es un humanista”; ante las decenas de fracasos socialistas, hallarán millón excusas.

Por eso, ante alguien de derecha que trata de lograr mejoras sustantivas, la izquierda parecerá hipócrita, constantemente justificando acciones contrarias a sus supuestos ideales.

2. La izquierda sólo busca el poder. Aplicando el heurístico the medium is the message, se comprenderá fácilmente que todos los actos de la izquierda giran en torno a conseguir el poder, y mantenerlo.

De ahí que sea generalmente inútil enrostrarle sus constantes contradicciones, su hipocresía, su constante empeoramiento de las condiciones de vida de las masas; nada de eso les importa, sólo obtener, mantener y acrecentar su poder e influencia.

3. El dios de la izquierda es el estado. Ya que su meta es el poder, el “monopolio de violencia” les atrae irresistiblemente, como la luz a las polillas.

Fácilmente se entienden los actos de la izquierda como tendientes a hacerse con el “monopolio de violencia” de un territorio, de una forma u otra.

Asimismo se entenderá que todas las sugerencias de la izquierda, sean de política pública, es decir, a ser ejecutadas desde el estado.

Por supuesto que, dentro de su concepción divina del estado, el poder es omnipotente: todo se puede lograr con poder, todo cambio social y mejora puede lograrse a través del poder, según la izquierda.

4. El poder es obediencia/amenaza/violencia. “El poder nace del cañón de un arma”, decía Mao, sin eufemismos; para la izquierda poder es hacerse obedecer, con los medios que fueren; y para hacerse obedecer de los reticentes, en el fondo siempre se hallará una amenaza de violencia, poco velada generalmente.

Por supuesto, esto es una violación del NAP, non-aggression principle, el “principio de no agresión”, que rige toda la ética liberal-anarquista, y por lo tanto, inmoral.

5. Para la izquierda, la naturaleza no existe. Para ellos, la violencia “es la partera de la historia”; polemos pater panton, y ya que la violencia es vista como algo bueno, “lo que abunda no daña”: mientras más violencia haya disponible, más cambios podrán ejercer en una sociedad, más podrán “mejorarla” según sus ideas.

Asimismo creen que esa violencia es herramienta útil para lograr cualquier resultado que pueda provenir del esfuerzo humano; llámese producción abundante, arte, felicidad, prosperidad, etc. El zurdo niega que esas cosas tengan condiciones necesarias y peculiares para aparecer; no las ve como exquisitas y delicadas orquídeas que requieren condiciones específicas para surgir (y no surgirán en otras), sino que basta obligar a la gente, y aparecerán.

“Beatings will continue until morale improves” nos resulta gracioso por su humor negro; el zurdo no le encuentra la gracia, pues él “ve” causa-efecto entre violencia y cualquier resultado que desee lograr, la violencia es la herramienta omnipotente; para él las palizas pueden lograr mejorar el ánimo y entusiasmo en un grupo.

6. El zurdo tiene confianza ciega en la educación. Ya que en la concepción zurda el ser humano no tiene naturaleza, y basta violencia suficiente para hacerle hacer cualquier cosa, el zurdo cree ciegamente en la capacidad de la educación para formar al “hombre nuevo”.

Así, creerá que dice algo inteligentísimo cuando propone que la solución a todo problema social “es la educación”; sí, genio, las ideas guían nuestra conducta; pero no sólo es malo que las que propones son las peores, sino que también ignoras el poder de la costumbre, los incentivos perversos y círculos viciosos, y la simple maldad del ser humano, cuando no la perversión de creer que lo malo es bueno.

El zurdo ve al ser humano como tabula rasa, como arcilla que puede ser moldeada de cualquier manera; ve a la educación como un proceso trivial de “instalar un sistema operativo”; ignora y desprecia las pulsiones innatas en hombres y mujeres, cree que son diferencias meramente culturales que pueden eliminarse con la suficiente presión.


El lector de agudo ingenio ya estará dándose cuenta que las ideas zurdas han calado hondamente en la “ortodoxia biempensante burguesa”; muchas personas que se definirian “de centro” piensan, en realidad, como zurdos.

7. El zurdo confía ciegamente en el burócrata. Cree que basta fijarles metas, darles recursos y poder suficientes, y los resultados se lograrán; ignoran que burócratas tienen, cómo no, su propia naturaleza e incentivos —ante todo, conservar “el puestito”— que no necesariamente se alinean con las metas del zurdo.

De ahí que regularmente el gobernante zurdo, si desea lograr conservar el poder, haya de purgar la burocracia; de lo contrario se conforma un deep state con poder peculiar y distinto del poder visible, que podría llegar incluso a ponerlo en riesgo.

De la naturaleza de los burócratas ya hemos hablado ampliamente, en Los burócratas son parásitos y en Es inmoral ser burócrata. Basta recordar que generalmente la peor calaña de gente se siente atraída hacia la burocracia (lo que supone existe una “naturaleza mejor” y una “peor”) y su motivación es ante todo económica, lo cual dista mucho de las elevadas metas que el zurdo espera cumpla el burócrata.

8. El sueño del zurdo es ser burócrata. Si es más narcisista y ambicioso, será político; si más ladino, buscará un puesto burocrático solamente; y mientras lo hace creerá seriamente que estará sirviendo al pueblo, como si su ambición de parasitar junto con miles de otros burócratas pudiera “sublimarse” de alguna manera en una “acción colectiva” que logre algo positivo.

Pero no, el fin no justifica los medios; y con medios inmorales/parasitarios no se logran resultados constructivos y de beneficio social.

9. Todo activista es zurdo. Si busca la acción colectiva a través del poder, está partiendo de todos los supuestos que hemos mencionado.

¿Qué podemos usar como litmus test o “piedra de toque” para saber si alguien es zurdo de clóset o no? Ofrécele poder o un cargo burocrático; si se abalanza en aceptarlo, es zurdo. Todo activista se humedecerá al ofrecerle poder estatal, sea cargo burocrático, sea candidatura.

Si empieza alguna oración con «el estado debería…», es zurdo.

10. El zurdo es canónigo. Hoy en día poco se entenderá qué es ser canónigo; es tener una canonjía, que es un cargo burocrático en una catedral; nadie sabe mucho qué hacían, pero antaño era una de las formas de ganarse la vida y huir de la pobreza (las otras eran la burocracia o la milicia, como hoy).

Hoy las “canonjías” están en las universidades y multitud de oenegés que hay; son «empleos de poco trabajo y bastante provecho» como los define el diccionario; y nadie mismo sabe en qué consisten, o qué hacen.

Si son profesores, seguro será de las “ciencias blandas” y humanidades, donde estarán a gusto siendo professional secondhand dealers in (bad) ideas, como los llamaba Hayek.

Y como los canónigos de antaño, tendrán prácticamente garantizados un púlpito y un auditorio para difundir sus perniciosas ideas zurdas de segunda mano; no suelen ser pensadores originales, sus tesis nadie las leerá fuera de su círculo de amigos, donde se citarán mutuamente para rankear más alto en los índices… “Símbolo sobre la realidad”, como vimos.

11. Si tiene alta inteligencia verbal, será zurdo, muy probablemente. Como decía Hayek en su ensayo Intellectuals and Socialism, cuya lectura recomiendo, o Nozick en su imperdible ensayo al respecto [V.], los professional secondhand dealers in ideas generalmente tienen dificultad en entender la libertad, lo paradójico de la existencia humana (por la existencia de una naturaleza; no se puede cambiar los colores o características de una planta con violencia, por ejemplo, mas se lo intenta constantemente con los seres humanos) así que en su frustración tenderán hacia la izquierda.

Requiere normalmente una rigurosidad, un apego a la realidad antes que a las teorías o sistemas de pensamiento, una honestidad y humildad intelectuales de la que carecen los zurdos, para llegar a la conclusión que, así como el pez necesita el agua para prosperar, el ser humano necesita la libertad.

Más fácil es pensar: “esta vez será distinto, hay que intentar el socialismo de nuevo, no han visto mi talento e inteligencia para aplicarlo, van a ver que esta vez sí funciona”, y volver a crear un infierno en la tierra.

12. Si es economista, es zurdo. Un dentista te cura las caries; el abogado te defiende en juicios; el arquitecto te construye una casa, pero nadie sabe qué hace un economista, ni ellos mismos lo saben, así que gravitarán hacia las canonjías que haya disponibles y se convertirán en canónigos, y nadie sabe qué mismo hacen, pero se ven muy respetables de traje y con buen ingreso burocrático.

De ahí que la minoría de economistas sea libertario-anarquista, y su dificultad en “colocarse” posteriormente en canonjías disuade a muchos estudiantes de economía, más preocupados del bolsillo que del conocimiento; en cambio hay una estable de demanda de men behind the curtain para mantener al poder en el poder; después de todo, como dice el proverbio chino never break another man‘s rice bowl, ¿cuántos puestos pagos hay para romper platos ajenos? Más rentable es mantener el sistema en pie y funcionando suavemente.

13. Si es periodista, es zurdo. ¡Peculiar naturaleza, la del periodista! Ya se les aplica lo mencionado antes —secondhand dealers etc., alta inteligencia verbal, preferencia del símbolo pues a crear símbolos se dedican— y encima tienen una relación a ratos parasitaria, a ratos simbiótica con el poder.

El periodista ha de manifestarse constantemente por la naturaleza de su profesión, o deja de ser periodista (periódico, periódicamente); “el que mucho habla mucho se equivoca” es el primer escollo en el que caen.

El segundo, miran constantemente hacia el poder en búsqueda de noticias; de ahí su simbiosis/parasitismo.

Tercero, al disponer de un púlpito y una audiencia, devienen en canónigos, y al darse cuenta que ejercen influencia y un poder real capaz de hacer tambalear al poder constituido…, se vuelven zurdos como todo poder: empiezan a usarlo para moldear la sociedad a gusto de sus ideas.

Lo hemos visto por ejemplo cuando coinciden perfectamente con el poder constituido en el tratamiento de la pandemia a través de confinamientos y mascarillas; el pueblo es tratado de “desobediente, incivilizado” cuando se niega, o no puede, acatar los inútiles confinamientos.

Cuando el periodista coincide en miras con el poder no duda en convertirse en su relacionista público o vocero; está claro que considera al poder herramienta útil para moldear el comportamiento humano.

Pero en slow news days, ante falta de escándalos políticos, el periodista empezará a buscarlos afanosamente, llegando a fabricarlos artificialmente y convertirse en activista, y por lo tanto zurdo.

“If it bleeds, it leads; la obsesión periodística propia de la naturaleza de una profesión obligada a hablar constante y periódicamente, lleva a la fijación en lo anormal, lo irregular; enfocándose en eso, la consecuencia lógica es el activismo, para “enderezarlo”; y ante la falta de anormalidades e irregularidades, la normalidad será vista como anormal, en comparación con un futuro utópico mejor; de ahí que periodistas necesariamente devengan en utopistas, activistas del “progreso” incesante, y como tales, zurdos.

El tan denostado Agustín Laje lo explica mejor en un vídeo [V., 29’13”]:

Fíjate qué interesante este comentario que nos dejan: «los medios de comunicación son medios de normalización». Los medios de comunicación no pueden vivir en la lógica de la normalidad. El hombre común no da rating; el medio de comunicación se basa, no en la normalidad, sino al revés, en la excepcionalidad. Lo que vemos en la televisión siempre es excepcional. Cuando hay algo normal en la televisión, eso ya no despierta interés; entonces, o se cambia de canal, o se apaga la TV. Una noticia es noticia porque representa un momento excepcional, o un hecho excepcional, un acontecimiento. Estamos viviendo una época en que se está normalizando la anormalidad, porque el hombre común no está representado en los medios de comunicación…

14. Si es abogado, es zurdo. Todo estudiante de derecho sueña con usar el poder del estado para “hacer el bien”; luego reemplaza esa utópica meta —el poder, después de todo, no es herramienta apropiada para construir, como hemos visto— con otra más realista y concreta —lo que sea que quiera el cliente— pero suele quedar el trasfondo de adoración al poder, a la violencia más o menos sublimada (y mal disimulada).

No hay abogados anarquistas, como no hay sacerdotes ateos; “el estado es la religión más extendida, casi no hay ateos”. Si interactúas con el estado a diario, y crees en ese estado por lo menos como herramienta para ganarte la vida —como haría un “sacerdote descreído—, eres zurdo.

15. Si es profesor, es zurdo. No sólo por lo anteriormente dicho —profes son knowledge workers después de todo, y generalmente tienden a alta inteligencia verbal— pero por alguna razón toditos los profesores públicos son comunistas de línea dura, en varios países. Así que cuidado con los profesores.

Varios se han percatado que la educación escolarizada ―y más aún en países desarrollados― está tomada por valores femeninos: no sólo que la mayoría son profesoras, tendiendo así a infundir de espíritu femenino-zurdo dichas instituciones: se anima a estudiantes a “compartir, no competir”, ser equitativos, no competitivos; se prohíbe no sólo la lucha, sino el juego infantil de “las cogidas” [V.], pues todo contacto físico es verboten; se les pretende obligar a permanecer horas y horas sentaditos como niñas buenas, algo virtualmente imposible para jóvenes varones llenos de energía y agresividad que necesitan descargar; ellos serán diagnosticados por psicólogas zurdas con “trastorno de déficit de atención”, “trastorno oposicionista desafiante”, etc., y les harán ingerir pastillas que los adormezcan; cuando en realidad lo que necesita ese niño es pasar mucho tiempo en horseplay con otros varones y con su papá varón, para que a través del ejemplo ―y sí, de una fuerza mayor, en ocasiones― aprenda a sublimar sus impulsos.

16. No existen los progres, todo zurdo es comunista de closet. Mientras ven que no pueden ganar, serán “ecuánimes socialdemócratas moderados de centro izquierda”; pero apenas tengan la oportunidad de acceder al poder, se quitan la máscara y apoyarán la violencia como todo zurdo.

17. Lo que caracteriza al zurdo: redistribuir lo ajeno. “De izquierda es todo aquel que quiere redistribuir lo ajeno”; y eso en último término no puede hacerse sin violencia; “no veo problema”, replica el zurdo.

18. Todo zurdo es de derecha, cuando se trata de su propio bolsillo. Ahí entendemos la frase de Thatcher, “the facts of life are conservative,” es decir, a nadie —ni a los zurdos— le gusta que le “redistribuyan” el dinero fruto de su trabajo; no le gusta que otros le eduquen a sus hijos en valores que no comparte; resentirá que le impongan una ética o le priven de su medio de subsistencia; si tiene un negocio no le hará ninguna gracia que se lo confisquen; querrá ahorrar y conservar el poder adquisitivo de su dinero, etc.

19. El progre es incapaz de humor. Como todas las causas que copan su atención son muy importantes y serias, —¡hay gente sufriendo!—, el progre es incapaz de hacer humor de ellas, es incapaz de tomarse la vida con ligereza, ya que para él la vida es activismo.

De ahí el refrán “the left can't meme,” sus intentos de humor resultan ser más bien ironías o sarcasmo, pero no graciosos. Dicho lo cual…

20. El progre domina el sarcasmo. Si bien es incapaz de humor, sí puede ser muy hiriente cuando siente afectado el activismo que da razón a su existencia; y estando acostumbrado a manejarse entre símbolos, es muy dado a la ironía, sarcasmo y sorna, que domina, pues su bleeding heart vive sumido en constante pena por el sufrimiento del mundo… Su “humor” sarcástico siempre es de un corazón herido.

21. El zurdo AMA el ad-hominem. Si para el zurdo el símbolo es más importante que la realidad, le basta poner unas cuantas etiquetas a su adversario para atribuirle las peores intenciones y convertirlo en un ser malévolo, insalvable: “nazi, conservador de extrema derecha, fascista”… etiquetas que se convierten en prueba de sí mismas, autorreferenciales, “envenenando el pozo” para cualquiera que acuda en defensa de la objetividad: “¿en serio eres apologista de nazis?”, preguntará con sorna el zurdo cuando alguien acuda en defensa del etiquetado.

De ahí que se diga que alguien de derecha sí puede entender y enunciar las posiciones de izquierda desapasionadamente, e incluso compartir sus fines —mejorar la situación de los más desposeídos— sin compartir los medios que sugieren para lograrlo; pero el zurdo es incapaz de describir a la derecha sin un “hombre de paja”, pues ya le ha atribuido a su oponente las peores intenciones.

22. “La derecha se define por las cosas que ama; la izquierda, por las que odia.” El odio, la envidia son las pasiones que definen al zurdo. De ahí que no se pueda propiamente entender su irracionalidad, sino comprenderla a la luz de las pasiones que lo dominan.


—Quiero cambiar el mundo. —¿Para mejor? —… —Responde, Tortuga. [V.]. Recomiendo ver la caricatura original para ver el panel secreto 😂

23. El zurdo es dionisíaco, el diestro apolíneo. Esta dicotomía literaria nietzsheana refleja la bipolaridad política: la derecha se afana por el orden, la costumbre establecida, la serenidad, el clasicismo en el arte, la tradición, el folklor como objeto precioso, los tropes; la izquierda, en cambio, aboga por ser iconoclasta, vanguardista, conceptual, modernista, romper con las formas establecidas, el individualismo.

Como digresión, siempre he abogado porque un artista, si desea ser todo lo dionisíaco antes mencionado, debería por lo menos dominar las formas clásicas; una cosa es elegir ese camino, otra no tener habilidad artística alguna —ni innata ni adquirida— fuera de “romper moldes ajenos”…

Más abajo veremos otra dualidad zurda/diestra.

24. El zurdo niega la realidad. Gracias a que vive en utopías, negar la realidad —que odia— le permite imaginar “un mundo feliz”, ignorante de la distopía que acarrea a todos. «El peor enemigo del socialismo no es el capitalismo. Es la realidad». ~Margaret Thatcher

En ese sentido, el zurdo es vector de progreso, en cuanto imagina nuevos mundos posibles. Y de ahí su monopolio en el arte. Pero no sólo eso:

25. El zurdo niega el propio ser. Prefiere los símbolos, como hemos dicho; por lo tanto se opone a los “trascendentales del ser” que enseñaba la vieja escolástica: “unidad, verdad, belleza, bondad”.

No tendrás que hurgar demasiado para encontrar evidencia de eso: la “unidad” la atacan constantemente con su abrazo a la “diversidad” y su poca preocupación por ser consistentes y no contradecirse; la “verdad” la llevan atacando décadas con posmodernismo y su amor por las narrativas que “crean la realidad” (y cada vez que abren la boca: después de todo, SJWs Always Lie, enseñaba @voxday).

La “belleza” la vemos atacada por todo el arte y arquitecturas modernos ―intencionalmente horrendos― y la “bondad”, es negada con el mismo posmodernismo, su constante defensa de los delincuentes como “pobres víctimas de la sociedad”, el abolicionismo penal y su negativa a toda virtud y negación de moral: toda terapia psicológica se inclina a aceptar los impulsos más elementales y justificar todo capricho.

26. El zurdo es diabólico. Es consecuencia de lo anterior. No tomarlo en sentido literal-religioso, sino alegórico: el zurdo se niega a someterse a “lo que es”, y en un acto de soberbia, grita: ”¡no serviré!” al ser, sino que dedicará sus esfuerzos a negarlo y destruirlo.

Asimismo podemos añadir que cualquier plataforma zurda es diabólica: lo digo sin ninguna hipérbole, es una mera descripción objetiva, pues consiste en los “anti-mandamientos”: [V.]

Si los creyentes siguen los mandamientos de Moisés, pues sepan que los zurdos siguen su contrario.

En esa misma línea “diabólica”…

27. Música y arte son dominios zurdos. Tradiciones religiosas atribuyen al Satanás la música en el paraíso; otros le atribuyen “la mayor hermosura”; no extraña entonces que el arte en general sea monopolio zurdo.

Sí, quieren destruirlo todo, ¡pero hasta mientras nos proporcionan bella música y apasionantes filmes y series!

En este sentido, permítaseme añadir un microrrelato, La tardía inconformidad de Adán, que se halla en el libro Miembros de una comunidad –y otras miniaturas– cuyo autor, Antonio Capriotti, ha tenido la generosidad de permitir su lectura libre al público [V.]:

Ella fue y será una intrusa. Su intromisión arruinó mi vida y me condenó a perder mi bienestar; y a la humanidad, a sufrir del síndrome del paraíso perdido. Sin embargo, con los años, he aprendido que ese árbol, aquella manzana, la voracidad por saber, la palabra nosotros, que no se le caía de su boca, eran todas enseñanzas que me fueron ganando.

Seguramente, cuando algún talentoso escritor se anime a escribir nuestro diario de vida, tendrá que poner en mi boca, esta oración, como cierre: “dondequiera que ella estuviese, allí estaba el Paraíso”.

Así es la sociedad: siempre habrá zurdos empeñados en destruirlo todo, y siempre habrá diestros empeñados en un esfuerzo doble, de llevar la sociedad sobre sus hombros y tratar de frenar a los zurdos; y en ese proceso dialéctico ocurre The Ascent of Man, que como sentenció Teresa de Ávila, «Dios escribe derecho con renglones torcidos».

28. Si es psicólogo, es zurdo. Bastantes han hablado de las coincidencias de Freud con las causas zurdas: desde la “filosofía de la sospecha” ―quienes oprimen la sociedad son los capitalistas; nuestra propia mente nos oprime― desde el enfoque en la sexualidad infantil ―“descubrirla” Freud, su obsesión por dominar los contenidos valóricos de la educación sexual infantil y enseñársela a hijos ajenos por parte de los zurdos― pasando por la necesidad de “deconstruir” ―a escala social o individual― y librarse de opresiones sociales y mentales…

Raramente se encontrará hoy un psicólogo que haga énfasis en la responsabilidad personal, dejar de lado el victimismo, enfrentar consecuencias de actos etc. Peor aún hallaremos psicólogos enfocados en las necesidades peculiares de la psiquis masculina; raramente aconsejarán una vida de esfuerzo, de alzar pesas, de vencer obstáculos, de virtudes, pasar tiempo con varones que compartan dicha inclinación, de apego a la naturaleza…

Más bien hallaremos probablemente discursos de pensamiento débil que instan a “deconstruir la masculinidad frágil”. De ahí que el discurso zurdo psicológico apele más al público femenino, que ―no es de sorprenderse― se incline más por las ideas de izquierda de “equidad”, “redistribución”…

Fíjate si no es verdad que la psicología libra una constante lucha ―frágil y artera― contra la masculinidad, etiquetándola siempre de “tóxica”, e incapaz de dar respuestas a hombres masculinos.

Lo cual ha sido observado con poblaciones que son decididamente de izquierda, como la argentina, y su conocida afición por el psicoanálisis [V.].

29. El zurdo se odia a sí mismo. Nadie lo explicará mejor que Matt Walsh [V.]: “Leftism is a religion of self-loathing. It teaches white people to hate their race, boys to hate their sex, women to hate their femininity, Americans to hate their country, westerners to hate their history. What a contemptible, toxic thing it is. It also teaches wives to hate their husbands, mothers to hate their children, children to hate their parents. That’s all it does. Turns groups against each other and individuals against themselves. I hate everything about it. It’s poison.”

Es puro odio. Odian el ser como tal. Cuando se le agotan los objetivos qué odiar al zurdo, cuando ya no encuentra más opresores, se ve a sí mismo, y también se odia; porque la realidad, para él, es la opresora en último grado.

De ahí su entusiasmo por apoyar todo aquello que destruirá su salud, su familia, su sociedad, su empleo.

“Pulsión de muerte”, a falta de mejor término.

’nuff said.

30. El zurdo es yin. Es el principio negativo, pasivo, femenino de la naturaleza: la luna, encubierto, bajo la sombra, escondido, desordenado, disimulado… La derecha sería el yang: positivo, activo, masculino, el sol, abierto, ordenado, mundano… [V.]

Y he aquí la cuestión: como todo dualismo, el yin es necesario, no puede no existir… Son necesariamente complementarios, se persiguen mutuamente, la dialéctica de ambos da vida a la realidad…

When people see things as beautiful,
ugliness is created.
When people see things as good,
evil is created.

Being and non-being produce each other.
Difficult and easy complement each other.
Long and short define each other.
High and low oppose each other.
Fore and aft follow each other.
[V.]

En conclusión: siempre habrá zurdos… hemos de entender su papel en la dialéctica social… Pero como previene el propio Tao-Te-Ching, puede en ocasiones haber un mórbido exceso o deficiencia de yin y yang; ¿quizá nuestra época se caracteriza por un exceso de yin zurdo / deficiencia de yang diestro?

De hecho todos los escritos de este blog son fruto de esa dialéctica; la inmensa mayoría ha surgido de denodados debates con zurdos familiares, amigos y desconocidos en redes. Estoy seguro que pocas de estas ideas hubieran salido a la luz si no fuere por el crisol zurdo.

De ahí el axioma: siempre habrá zurdos; entender que su inclinación por la destrucción, irracionalidad y violencia sea necesaria, es el desafío que mantendrá alerta y en guardia nuestra inteligencia el resto de nuestra vida.

31. El zurdo es hipócrita. No es sino consecuencia de su preferencia por el símbolo a la realidad y la consecuente preferencia por la narrativa frente a la realidad: si sus verdaderas intenciones son perversas, las maquillará con una narrativa más digerible; y no sentirá disonancia alguna, pues como sabemos ya ha abandonado nociones de moralidad en su desesperado afán de poder.

Ante esa contradicción, 32. Poner como regla de acción, los actos del zurdo, no sus palabras. El zurdo generalmente preferirá vacacionar en EEUU antes que en Cuba; usará los productos financieros y tecnológicos de compañías americanas que tanto dice detestar; si tiene cargo burocrático, seguro se encuentra entre el 1% más acomodado de la sociedad; se empecinará en conservar legislación e instituciones obsoletas —como el salario mínimo— que suenan “progresistas” (aunque en realidad discriminen a los más vulnerables), y reaccionará contra todo intento de reformar ese “pasado glorioso de conquistas laborales”; se negará a redistribuir su dinero “porque lo ha ganado con esfuerzo”; se negará a revertir leyes , etc. Es menester enfrentarlo constantemente contra su propia hipocresía, y mostrar al público que, con sus actos, el zurdo es más de derechas que lo que querría aceptar.

33. El zurdo está medio loco. Es una descripción objetiva: La mayor parte de mujeres blancas de izquierda en EEUU han sido diagnosticadas con una enfermedad mental [V.]. Diagnosticadas. Podemos imaginarnos cuántas más padecerán problemas sin diagnosticar.

Un psicólogo comenta: “I have been a therapist for over 30 years. Nearly 90% of my patient load are liberals. This is true of any therapist, psychologist or psychiatrist. Liberal politics and ideology are but a symptom of vast systemic mental illness.” [V.]. Psicólogos zurdos, pacientes zurdos… problemas con aceptar la realidad… birds of a feather flock together…

34. La kriptonita del zurdo son las leyes clásicas del pensamiento. Los antiguos principios lógicos de identidad, no contradicción y tercero excluido bastan para desenmarañar la monserga zurda: tarde o temprano hallaremos una incongruencia con la realidad, una contradicción o una ambigüedad insalvable.

Mas recordemos que eso no inmutará al zurdo, que como previno Vox Day, enfrentado a sus propias contradicciones el zurdo will always double down. Pero es útil para inmunizar mentes que aún conservan la buena fe.

35. La debilidad física se correlaciona con el zurdismo. El estudio circuló hace unos años [V.] y contribuiría también al sentimiento de auto-odio que caracteriza al zurdo, que mencionamos antes.

36. El zurdo es invencible. No quiero despertar vanas esperanzas en el lector. Así como uno de los lemas de WallStreetBets al desafiar a poderosos Hedge funds era: “We can stay retarded longer than you can stay solvent,” el zurdo puede permanecer irracional mucho más de lo que tú puedes argumentar; es mucho más rápido destruir que construir; más fácil atacar una sorprendida sociedad, que defenderla… Gente de bien suele quedarse incrédula e impávida ante la sorpresivas procacidad o violencia.

Aplicando la ley de Brandolini: «La cantidad de energía necesaria para refutar bullshit (falsedades, estupideces) es un orden de magnitud mayor que la necesaria para producirlo». El zurdo puede escupir más lugares comunes, idées reçues por minuto, que lo que podemos siquiera procesar, menos aún refutar. Pero ahí está el desafío.

Don Alberto Mansueti lo explica mejor: «La IZQUIERDA sólo hace su trabajo: abolir instituciones y hundir naciones. Pero EVITARLO es el trabajo de la DERECHA; y la derecha mala no lo hace o hace mal, y así le abre cancha a la izquierda. Si aborreces a la izquierda, también deberías aborrecer a LA DERECHA MALA, ¡como yo!» [V.].

No debe, sin embargo, abandonarse el diestro lector al desaliento: tarde o temprano cambian las aguas y se frena el ímpetu zurdo, se impone la racionalidad.

37. Si es burócrata, es zurdo. No sólo porque deriva su ingreso del estado ―“no puede haber burócratas anarquistas, como no puede haber sacerdotes ateos”― sino también porque burócratas son los reyes de la preferencia por el símbolo vs. la realidad: recordemos que están ahí por dinero ―generalmente ganan más como burócratas que cargos similares en el sector privado― y además su prime directive es “conservar el puestito”, manteniendo para ello un papeleo impecable para justificar su ineficacia; el plausible deniability es el mantra del burócrata.

38. El zurdo no cree en el bien ni el mal. Como ya dijimos, sólo cree en el poder, y no en cualquier poder, sino en el poder en sus manos; ése es el altar ante el cual está dispuesto a sacrificar todo lo demás.

De ahí su amoralidad; su “moral” sólo es utilitaria: moral es lo que ayuda a adquirir, y conservar, el poder.

Por eso tienden a ser abolicionistas penales y tolerantes con la delincuencia común; no creen que haya gente “mala”, no creen que exista la maldad propiamente; creen religiosamente ―sin evidencia― que la gente sólo responde a incentivos: “dejará de haber crímenes cuando en el socialismo satisfagamos las necesidades de todos…”, y cuando llegan al poder, reprimen el crimen con sevicia; pues no existe el mal para ellos (y ellos, por supuesto, se ven como incapaces de actuar mal), sólo ayudas y obstáculos al poder, y estos últimos son arrasados sin piedad.

39. El zurdo ama la delación. Ya conocemos la autocrítica [V.] comunista y las horrorosas “sesiones de lucha” maoístas [V.]; hoy en día la izquierda se solaza en “cancelar” y arrojar al ostracismo digital a renombrados agitateurs de derecha; me vienen a la mente rápidamente Milo, Alex Jones, Stefan Molyneux, Vox Day, y el propio Trump, que por ser presidente no dejó de ser agitateur, faltaba más…

Asimismo en encuestas realizadas en universidades [V.] los zurdos se muestran más adeptos a denunciar a quienes expresen ideas ofensivas, concepto lábil si los hay:

¡Los diestros son entonces los verdaderos adalides de la libertad de expresión!

El diestro dirá: «es injusto denunciar y despedir a alguien por algo tan subjetivo como “ofender los sentimientos”; si hay un lugar donde el debate de ideas ha de ser sagrado, es la universidad; el debate y confrontación de ideas es la única herramienta humana para conocer la verdad y progresar, bla bla bla», y el zurdo lo mirará extrañado, como miraría un reptil a su presa argumentar por qué debería respetarle su “derecho a la vida” antes de zampársela sin pensarlo una segunda vez.

Recordémoslo: la argumentación es buena, casa adentro, y para convencer a los dudosos; para los zurdos, es como oír llover. Pero igual hay que debatir con ellos: si el zurdo es inconvencible, en el auditorio seguro habrá aún mentes con honestidad intelectual.

40. La orientación ideológica es, ante todo, una opción estética. Como se dice hoy, “no tengo pruebas, pero tampoco dudas”; tiene mucho de componente subjetivo, se entrelaza íntimamente con la identidad personal ―cualquier ataque a la ideología se sentirá como un ataque personal― y predispone a una identificación, a “dig your heels in”: «no es una fase, mamá, es lo que soy».

Lejos de nosotros caer en el relativismo; si bien es cierto de gustibus non est disputandum, si adherimos al menos parcialmente a la filosofía tomista del ser, hemos de aceptar que uno de sus “trascendentales” mencionados antes ―la belleza― tiene su base en el propio ser, hasta cierto punto es inmanente; no puede ser totalmente caprichoso el asunto.

“I can’t define it, but I know it when I see it” decía el juez al tratar de distinguir la pornografía obscena del desnudo artístico risqué; por algo hay un eterno debate entre qué es “arte” y qué no, pero es innegable que la mayoría [V.] prefiere la arquitectura clásica a la modernista, por algo será; esta última causará una impresión de novedad poco duradera, y las comunidades han de arrastrar por décadas elefantes blancos que ofenden la vista; la belleza clásica ha de apelar a algo dentro de nosotros que nos resulta agradable a lo largo de diversas generaciones, algo que trasciende las modas.

De ahí que sea difícil convencer a alguien de dar un giro ideológico; es como pedirle que sea otra persona, algo imposible, niega el propio ser, al que el zurdo rinde tributo finalmente con su obstinación.

Pero si es imposible convencer-disuadir-convertir, siempre es necesario comunicar las ideas que creemos buenas. ¡Al menos, mientras las consideremos buenas!

Y en último término, ¿elegimos nosotros las ideas, o ellas nos eligen a nosotros? ¿No serán las ideas como los virus, secuencias de código genético que tratan de organizar la materia, buscando anfitriones que las alberguen, ocasionalmente matándolos en ese desesperado intento por transmitirse? ¿Son las ideas “genes egoístas”?


Minority Report (2002)

41. Si es judío, es zurdo. Aquí admito abiertamente que estoy out of my depth, pero me conformaré con citar las palabras de Hayek en su ensayo Intelectuales y socialismo [V.]: «hay pocas razones para creer que la capacidad del intelectual de primera clase para el trabajo original sea más infrecuente entre gentiles que entre judíos, y sin embargo no cabe duda de que casi en todas partes los hombres de raza judía constituyen un número desproporcionadamente grande de intelectuales en el sentido en que nosotros lo usamos, es decir de las filas de los intérpretes profesionales de ideas. Puede que éste sea su don especial y ciertamente es su principal oportunidad en países en los que el prejuicio pone obstáculos en su camino en otros campos. Seguramente ellos son mucho más receptivos hacia las ideas socialistas que la gente de otras razas porque constituyen una parte muy grande de los intelectuales».

42. El zurdo cree fetichísticamente en “el poder de la palabra”. Ya explicamos que son secondhand dealers in bad ideas, y su preferencia por los símbolos, verbales, artísticos etc. Asimismo sabemos que la decisión de ser zurdo es una decisión ante todo estética que se toma en la juventud ―“el que no es socialista a los veinte, no tiene corazón…”― cuando el joven de espíritu inquieto, el corazón lleno de preguntas, descubre por primera vez los libros de autores zurdos.

Esos secondhand dealers que dominan la ironía hilan argumentos internamente consistentes y el joven, que carece de la experiencia y conocimientos para refutarlos confrontándolos con la realidad, los acepta, más aún si vienen envueltos en inflamada retórica revolucionaria.

De haber recibido “la verdad revelada y la respuesta a todas las preguntas” al activismo hay sólo un paso; más aún cuando el joven lea más autores zurdos, y descubra que, oh, ¡se citan mutuamente! Si se dan la razón unos a otros, ha de ser porque lo que dicen es verdad…, ¿no?, y no porque de esa manera se “alzan unos a otros” artificialmente.

Tomada la decisión estética, es de esperarse que se mantenga en sus trece con el pasar del tiempo, a menos que sufra una confrontación durísima con el socialismo real…, y ni así. Pero bueno.

A lo que quería llegar, es que el activista deviene en predicador de las ideas que le cambiaron la vida, y la sociedad sería mucho mejor si tan sólo todos las creyeran; de ahí que la “solución” continua a los problemas ―violencia intrafamiliar, delincuencia, wrongthink, etc.― son “charlas de capacitación”, “terapias” que son adoctrinamiento en ideas de izquierda.

Según el zurdo, basta exponerle a la gente esas ideas que “educan” para que cambien su conducta y se conviertan en “hombres nuevos”, como le ocurrió a él; pero no ocurre así, por tratarse de andamios ideológicos que se sostienen, no por asentarse en la realidad, sino en su incesante repetición y prédica.

Un ejemplo de esto vemos en el reciente affaire Pellacini, donde la defensora del pueblo ―feminista hegemónica― excede sus funciones olímpicamente para ordenar, primero, que se disculpe, lo cual de por sí ya es malo pues es compelled speech, y segundo: «un programa en el mismo horario … en el que se trate el tema de la violencia y la discriminación de género, al que se debe invitar a mujeres, feministas y defensoras de derechos humanos, con la finalidad de contrastar, la información sesgada y violenta que emitió hacia las mujeres, con información científica, veraz y con enfoque de derechos humanos y género»

(La profusión de adjetivos es típica del zurdo; con ellos buscan mágicamente “conjurar la realidad”, y lo logran…, en el papel, que todo aguanta.)

A mayor abundamiento, tercero: «Que los responsables del programa … y quienes participaron en el mismo, asistan al proceso de sensibilización de derechos humanos, con énfasis en enfoque de género, que será organizado por la Dirección Nacional del Mecanismo para la prevención de la violencia contra la mujer y basada en género en coordinación con la Dirección Nacional de Educación en Derechos Humanos y de la Naturaleza, de la Defensoría del Pueblo». [V.]

Bastante malo es que crean que, obligando a una audiencia a exponerse a un mensaje, van a lograr su aceptación y asimilación, y no su más enconado rechazo; no invitan a un diálogo, sino a una “reeducación”; y asimismo la incapacidad de entender el (mal) humor… he ahí la fetichización, al atribuirle a su discurso propiedades de lograr “conversión instantánea” ―¿quizá añoran a los santos predicadores de antaño?― y considerarlo sagrado, algo que está fuera del ámbito del humor, algo que meros mortales no iniciados puedan profanar

42. El zurdo AMA las cacerías de brujas. Desde la autocrítica soviética a las “cancelaciones” de hoy, pasando por las horribles “sesiones de lucha” maoístas, a la izquierda le encanta humillar públicamente a sus adversarios, obligarlos a disculparse, y eliminarlos de la faz pública de la tierra.

Lo vimos en el citado affaire Pellacini, donde se insiste en esa horrorosa costumbre de obligar bajo amenaza de violencia a expresar ideas que no se comparten (las infames “disculpas públicas”) y en exigir por lo menos que sea despedido, y amenazar a cualquier otro medio con lo que le espera, si lo contratan; es decir, buscan convertirlo en un paria, un intocable, arrojarlo al ostracismo y la pobreza.

Los zurdos buscan la hegemonía amenazándote con, literalmente, hambre que sufrirás tú y tus hijos si te opones a ellos… Gente así no está interesada en “debatir ideas” ni hallar “puntos en común” ni acuerdos programáticos; la izquierda es hegemónica.

43. La izquierda es hegemónica. Es consecuencia necesaria de creer que los actos se justifican por sus intenciones, no por su moralidad intrínseca ni por la pertinencia para lograr los resultados supuestamente deseados.

Lo dice un propio zurdo en recuperación: «A mí me enseñaron que la izquierda representaba la cúspide de los valores humanistas e intelectuales. Solidaridad, inclusión, equidad. Creatividad e inteligencia. Honestidad. Defensa de la democracia igualitaria. Diálogo. Vocación por el cambio.» [V.] (El autor, siendo zurdo en recuperación, no puede evitar en el artículo atribuirle a la derecha connotaciones negativas, empezando por el título del artículo)

Definida la izquierda con esos fines tan altruistas, ¿cómo no ser de izquierda? Y si eso es la izquierda, la derecha ha de ser lo contrario: “antihumanista, idiota, egoísta, excluyente, inequitativa, deshonesta, autoritaria, reaccionaria… ¡Póngale todos los epítetos peyorativos que halle en el diccionario, son malisisísimos!”

Por supuesto que esa es la falacia que, a falta de mejor nombre, llamo “del hombre de acero”: así como el “hombre de paja” es un remedo ridículo de la posición del contrario para moler a palos, el “hombre de acero” es tan perfecto, noble, dechado de virtudes…, que ¿cómo se va a atrever alguien a criticarlo?

De ahí la tendencia a la hegemonía: tienes que declararte de izquierda, porque si no, eres un abominable monstruo inmoral nazi que desea matar niños e inocentes abuelitas…

Por eso los fracasos constantes simplemente los desprecian con un gesto de manos, “psé, eso no era verdadero socialismo”, ¡y listo! El socialismo es como un perfecto unicornio, que… no existe, y cuando la utopía fracasa una y otra vez en medio de terroríficos charcos de sangre, insisten: “es que es una utopía… que nos guía en el actuar… el verdadero socialismo aún está por conseguirse… Cuando yo tome el poder verás que sí funciona…”.

Pollinos y jamelgos tenemos entre nosotros, mas no unicornios; hasta que no el zurdo no vea realizado su fully automated luxury communism, “no será verdadero socialismo”, porque en su fe ciega, el socialismo es perfecto, no falla, brinda felicidad, y todo lo que no sea eso, “nuera socialismo”.

Es un poco como el argumento ontológico anselmiano: “si el concepto de Dios es que es perfecto, es necesario que exista, pues si le falta la existencia, no sería perfecto”; así, “si en mi cerebro puedo diseñar un sistema social cerrado, perfecto, infalible, inmune a la evidencia externa, ese sistema tiene necesariamente que ser posible de existir”, piensa el zurdo.

44. Los zurdos convergen automáticamente, conforman una “mente de colmena” (hive mind). No es necesario que conspiren o coordinen (que también lo hacen; les encantan conformar Internacionales) sino que tienen un olfato para identificar las medidas que socavan o dinamitan la realidad actual, para converger hacia ellas. En ese sentido son tan eficaces como un depredador que huele sangre y miedo.

En el momento en que una institución o costumbre muestra signo de debilidad, los zurdos lo perciben instantáneamente, y convergen hacia ella para demolerla; como dice Luke Smith en un vídeo [15:28], “avoid these people [SJWs], not because you’re afraid of them, but because they’re maggots on decaying flesh. Wherever they are, it’s an indication that you’re somewhere you shouldn’t be.”

Aplicando la idea taoísta de la dualidad, los zurdos prestan de alguna manera un “servicio” al descubrir las fisuras y fallas en las instituciones, costumbres e ideas; y los conservadores hemos de reparar sobre ello: ¿vale la pena conservarlo, mejorarlo o…, “lo que está por caer merece ser empujado”, como decía Nietzsche? No dejan de ser un acicate para la continua mejora y evolución social; como recordaba antes, prácticamente todo este blog surge de discusiones con zurdos.

Luke Smith termina ese vídeo con una idea positiva: “If it gets worse, it just means, it's gonna get better later.” Es una idea que ya habíamos mencionado en un artículo anterior (V., con ocasión de la marcha “Con mis hijos no te metas”), ¡cuatro años ya, wow!:

45. El zurdo está abocado al fracaso. Enfrascarse en ideas irracionales sólo por lograr el poder, no logrará construir un mundo mejor al que construyen los racionales; la negación diabólica de la bondad, verdad y belleza no lograrán construir un mundo más bueno, bello y verídico que quienes se consagren a la búsqueda de esos trascendentales.

Los infiernos en la tierra que construyen los zurdos son sus mejores detractores. Mas no nos hagamos ilusiones: seguirá habiendo zurdos; seguirá habiendo gente que “sólo quiere ver el mundo arder”, como decía Alfred en el Batman de Bale.

La antítesis del ser al que maldice y se opone el zurdo, es la nada; el ser es mejor que la nada. He ahí una razón para vivir, para mantener la vida, para buscar mejorarla: para seguir oponiéndonos a los zurdos.

45. Si es joven, es zurdo. No hay mucho qué añadir; ésa es la edad de los grandes insights pero también de la falta de experiencia. “Quien no es de izquierda a los veinte, no tiene corazón…”, pero a los 40 ―si se ha sido honesto, eh― ya uno es consciente del esfuerzo que requiere construir un patrimonio, del esfuerzo constante que requiere permanecer igual, no se diga mejorar… Uno es consciente del arrastre sordo pero constante de la entropía hacia el caos.

46. El zurdo es leal. Es una cualidad digna de admiración y emulación por los diestros, que a la primera de cambio buscan distanciarse y deslindar responsabilidades de las víctimas de la cancelación zurda. “Será un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta” parece ser el lema zurdo ante su defensa incesante de zurdos indefendibles.

46. El zurdo es infernal, vive “en el infierno”. En La última batalla, el último libro de “Las crónicas de Narnia” ―saga cuya lectura no puedo recomendar con la suficiente urgencia― Lewis describe una forma de concebir el infierno, como negación, rechazo de la salvación; es decir, un acto, una decisión propia, antes que una “condena de parte de Dios”, algo “pasivo”.

Cualquiera que haya tratado de razonar con un zurdo sabrá la irracionalidad, la cerrazón supina de sus mentes, la cuasi imposibilidad de que acepten lo evidente, lo impermeables que son ante la evidencia y la razón.

En ese sentido viven en el infierno descrito por Lewis, un infierno mental de conspiraciones, de odio, de rencor, de desconfianza.

47. El zurdo SIEMPRE GANARÁ. Dije anteriormente en el punto 36 que el zurdo es invencible por su irracionalidad, porque es más fácil destruir, que construir; más fácil empecinarse en eslóganes irracionales, que pergeñar argumentos racionales y convincentes. Asimismo dije en el punto 45 que está abocado al fracaso, pues tarde o temprano la realidad se impone; y los sistemas basados en falacias, se desmoronarán.

Pero también hemos de admitir que ―al menos en el corto plazo― el zurdo tiene prácticamente garantizado el triunfo de sus ideas, porque son seductoras, sugerentes, “suenan bien” y son agradables a espíritus sensibles; y ya que dominan los anteriormente mencionados campos de la educación, periodismo, legislación etc., tienen garantizado el éxito.

Pero, ¡ay!, la realidad es paradójica, y tiende a imponerse, y “Dios escribe recto con renglones torcidos”, y pese a la hegemonía zurda, la necia realidad de derechas surge.

48. El zurdo es IMPUNE. El privilegio zurdo es la ultraviolencia, y no ser sancionado por ella; dos ejemplos recientes tenemos: el deep state castigando draconianamente a los “paseantes” del capitolio gringo del 6 de enero, mientras meses y meses de “fiery but mostly peaceful” protestas violentas ―lo de “mostly peaceful” es sarcasmo, por si acaso― de Antifa y BLM en varias ciudades ¡y en la propia Washington DC! permanecen impunes, e incluso eran elogiadas por la prensa mainstream, que incluso se bend over backwards por posicionar la idea que no, los riots no aumentaban el riesgo de cobí…

Otro ejemplo son los recientes Twitter files. Por menos Nixon renunció; en cambio hoy tenemos evidencia que el gobierno estadounidense coludió para limitar la libre expresión, censurar contenidos etc., incluso llegando el FBI a pagar por ello, ¡y nada pasa! No hay escándalos en medios, ni nadie protesta, ni ninguno de los involucrados sufre consecuencia alguna, etc.

Otro ejemplo más sería que a Trump se le siguió juicio político por exactamente lo que hacían los Biden en Ucrania, llegando incluso a jactarse Biden en vídeo. Pero no enfrentaron ninguna reacción ni consecuencia; porque los medios son toditos zurdos.

Así como el primogénito suele ser obligado a llevar una estoica vida de abnegación y sacrificio, y al benjamín en cambio se le tolera todo, la derecha estará obligada a ceñirse a los altos estándares a los que aspira, mientras que la izquierda coge las reglas, las rompe y defeca sobre ellas. Como decía Alinsky en su Rules for Radicals, “Make the enemy live up to its own book of rules.”

49. El zurdo sabe defender su poder. Basta ver cómo la derecha suele ser arrastrada en los circos parlamentarios, en la corrupción de elecciones, en las débiles protestas que convoca ―si en ocasiones logran ser numerosas, siempre son pacíficas, con lo que no logran mover un ápice un gobierno zurdo―… 

En cambio el zurdo, por más tonto que sea, tiene un talento innato para conservar el poder. Basta ver cómo lo defienden personajes tan poco iluminados ―pero sin escrúpulos para la violencia― como Maduro u Ortega.

«Los conservadores mainstream juegan limpio, pero su problema es que confunden “el civismo con la política”, es decir, no pelean, sino que defienden y debaten … Si estás debatiendo, estás defendiendo lo ‘normal’. Si estás defendiendo lo normal, ya has perdido”». [V.]; «Los progres ignoran la ley, ignoran el sistema. Mienten, hacen trampa y ascienden robando y usando cualquier método posible para ganar poder. Quieren controlar la vida de todos. Ven a las masas como ignorantes, inútiles y estúpidas; se ven a sí mismos como la élite llamada divinamente a dominar y regir a todos … En términos de fútbol americano: los conservadores juegan limpio; los zurdos cogen la pelota, la sacan de la cancha, corren fuera del campo de juego hasta la línea de gol, y el réferi les concede un gol… Los conservadores reclaman, pero los réferis ordenan seguir el partido, mientras otros réferis analizan el reclamo… Los zurdos siguen anotando mientras los réferis simplemente ignoran los reclamos o aplazan tomar una decisión» [V.]; «Los conservadores juegan limpio; y cuando no, son denunciados por otros conservadores. Los comunistas harán cualquier cosa, no importa cuán corrupta sea, para lograr lo que desean, y cuando se los descubre, están orgullosos de haberlo hecho». [V.]

Más cerca de nosotros, vemos cómo la izquierda defiende sus protestas violentas incluso cuando llegaron a usar tácticas terroristas contra la población civil, algo totalmente inmoral e incluso vedado durante guerra declarada, y el gobierno timorato le temblaba la mano para imponer orden; en cambio el pdte Correa no lo pensaba dos veces antes de apresar gente, acusarlos de terrorismo sin razón alguna, o simplemente, um, aparecer muertos a decenas de quienes se enfrentaban a su poder [V.]. Mucho tiene que aprender ahí la derecha.

También todo zurdo al llegar al poder instintivamente sabe que debe hacer una purga; violentamente como las soviéticas, o sublimadamente como las que hizo el pdte. Correa, “comprando la renuncia” de miles de burócratas para ir poniendo jóvenes leales. Lasso no lo hizo ―con eso del “gobierno del encuentro”― y le está pasando factura: tiene miles de “topos”, quintacolumnistas infiltrados de izquierda, que no lo respetan y tratan de sabotearlo constantemente.

50. Los zurdos son, y promueven, la conciencia. Casi todo este blog proviene de las discusiones que he tenido con un familiar y un amigo zurdos; el hecho de confrontar ideas obliga a aclararlas; y así la aparente irracionalidad zurda obliga, por ponerlo de alguna manera, a “parir claridad” y aumentar de esa manera la conciencia.

La izquierda siempre está inquieta; siempre se obsesiona por diversas cuestiones; siempre tiene una sensibilidad más delicada… y por todo eso ―que son elogios, eh― sirve de “moscardón socrático” a la derecha, que angustiosamente ha de lograr una síntesis entre la realidad ―que lleva sobre sus hombros como Atlas― y los anhelos de la izquierda.

El zurdo pone un espejo frente a la sociedad, y obliga a confrontar nuestras arrugas, verrugas y puntos ciegos. Ea, no te has afeitado bien. Tienes pelos en la nariz. ¡No te has lavado detrás de las orejas…! Y así progresamos, viendo los errores; no será agradable, pero sí necesario.

Para cosmovisiones orientales, somos “el universo viéndose a sí mismo”; en la lucha de nuestras pasiones, frustraciones e ignorancias surge el conocimiento, y así progresa la humanidad. Sí, en parte gracias a la izquierda, que en tantas ocasiones ha hecho daño. Pero es un movimiento generalmente ascendente.

En ocasiones me resulta sorprendente imaginarme a nuestros antepasados, de nuestra misma especie de hace decenas de miles de años, pero cuya vida era nasty, brutish and short. Y pensar que lo único que nos diferencia de ellos, son las ideas, y varias generaciones aplicándolas… ¡Es una enorme responsabilidad, transmitir la civilización a las generaciones futuras, y pulirla y mejorarla…!


51. El zurdo es irritante. No sólo para sacarnos de casillas, sino como dice Timo Wirkkala @wirkman:

…asimismo los zurdos, en su iconoclasta afán de cuestionar, socavar y deconstruirlo todo obligan al conservador diestro a plantearse las razones de las cosas, los porqués de las instituciones, la conveniencia de defenderlas, y en quizá no pocas ocasiones, abandonar algunas a la furia destructora zurda.

Así como la piel sometida a irritación se renueva y endurece, los incesantes ataques zurdos hacen mover al mundo y obligan a crear pensamiento para entenderlo mejor.